viernes, 17 de agosto de 2007

QUIEN ES EL ANTICRISTO

"entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura
es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída
por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios,
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo"
(2Pedro 2:20-21)

Es sorprendente ver cuántas diferentes opiniones existen sobre la identidad del anticristo, pero más sorprendente es comprobar que dentro de las diversas corrientes "cristianas" que se han formado, cada una de ellas tiene acuñada una interpretación que forma parte de sus "doctrinas" básicas. Preocupante es, también, que estas corrientes y denominaciones religiosas, que se autocalifican como "cristianas" impongan a la fuerza sus interpretaciones y señalen a quien esté en desacuerdo con términos como "masón", "illuminati", "apóstata", "rebelde" y otros más.

Conociendo que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, sino que fue inspirada por el Espíritu Santo, podemos concluir fácilmente que solamente Dios puede dar a conocer su interpretación. Bajo el Viejo Pacto, Dios usó a profetas para hablar a su pueblo; bajo el Nuevo Pacto, Dios establece una relación personal con el creyente nacido de nuevo:

"Porque cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:13)

Esto significa que únicamente el Espíritu Santo nos revelará la verdad. Nadie, ni los que se llaman escatólogos, doctores, profetas, pastores, teólogos y demás, tienen derecho de imponer su interpretación a la iglesia de Cristo. Por supuesto que pueden opinar; pero nunca interferir en la relación entre el Espíritu y el creyente ni hacer de un dogma las cosas que no estén específicamente explicadas en la Biblia.

La identidad de la bestia de Apocalipsis es una de estas cosas que las Escrituras no especifica claramente. Así que, a pesar de que algunos líderes religiosos hayan identificado al anticristo con personajes tan alejados en el tiempo como Napoleón, Nerón, Hitler, Juan Carlos de Borbón, Nicolás de Dinamarca, Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, el papa Inocencio III, entre otros, esto no significa que tales especulaciones sean la Palabra de Dios y mucho menos que haya que hacerlas parte de nuestra fe. Son solamente eso: especulaciones.

Y no es de extrañar que Dios no permita en algunas ocasiones el que se conozca cada detalle de la forma en que se cumplirá su propósito. Durante cientos de años los israelitas estuvieron esperando un Mesías guerrero, un príncipe vencedor que los libertaría de los imperios que los esclavizaron; ellos aguardaban un rey que gobernaría terrenal y militarmente.

Los líderes religiosos jugaron un papel determinante en la concepción de este tipo equivocado de Mesías y alentaron con fábulas artificiosas la imaginación de la gente; tanto que, cuando Jesús empezó su ministerio, fue rechazado por la mayoría de judíos y fue mirado con desprecio porque Jesús no vino a ser servido, sino a servir, no vino a gobernar a la manera del mundo, sino a servir con misericordia a la manera de Dios. La forma en que vivió y murió fue piedra de tropiezo para los incrédulos, tal y como las Escrituras habían profetizado que sucedería, y como aseguró el mismo Jesús que estaba sucediendo. No hay duda en cuanto a que los corazones de estas personas fueron probados.

De esta manera, solamente unos pocos, poquísimos creyentes, tenían alertas sus sentidos espirituales de tal manera que recibieron humildemente la verdad, tal y como les fue presentada y revelada por el Espíritu Santo, y aceptaron a nuestro Señor Jesucristo. Quienes quisieron seguir creyendo tercamente en el mesías guerrero, siguiendo las instrucciones de sus poderosos y prósperos líderes religiosos, fueron condenados por su incredulidad; quienes comprobaron con la Escritura y le creyeron a Jesús, fueron bendecidos con la gracia divina. Ciertamente la Palabra logró penetrar y discernir las verdaderas intenciones y cada uno actuó conforme a ellas.

Personalmente, creo que los líderes religiosos de hoy –y me refiero a quienes se dicen "cristianos"-, están confundiendo a los creyentes con fábulas artificiosas que no tienen sustento claro en las Escrituras. Con sus especulaciones sobre el antricristo, están consiguiendo que muchos creyentes se guíen por esas interpretaciones particulares como si éstas fueran enseñanzas bíblicas, con el agravante de que estos mismos pastores se atreven a decir que sus enseñanzas son Palabra de Dios que deben ser aceptadas sin réplica por las "ovejas simples" ya que éstas no están capacitadas para entender las Escrituras ni es el propósito de Dios que las entiendan, a menos –dicen ellos- que un pastor se las explique. ¡Cuánta similitud guardan los pastores modernos con los líderes fariseos de la época de Jesús...!

Millones de creyentes están esperando que el famoso anticristo –según enseñan estos líderes religiosos- haga posible la firma de un tratado de paz (de siete años) entre Israel y sus vecinos, ya que esto determinará la venida de Cristo por su Iglesia. Es increíble ver que cuando el conflicto se agudiza en Israel, las páginas de estos líderes se llenan con artículos y avisos de alarma tales como "si esta página deja de actualizarse, es que ya ocurrió el rapto" (página de ministerios Antes del Fin). También, lanzan fascinantes teorías que apoyan con las profecías de "San Malaquías" y Nostradamus, profetas falsos cuya inspiración demoníaca no es obstáculo para que estos pastores "escatólogos" los citen como si hablaran de parte de Dios. Aunque ciertamente es posible que muchas de las adivinaciones de estos profetas inspirados por demonios se pueden cumplir, Dios nos da una pauta para reconocerlos:

Tal vez digas en tu corazón: "¿Cómo conoceremos que esta no es palabra de Jehová?" Si el profeta habla en nombre de Jehová, y no se cumple ni acontece lo que dijo, esa palabra no es de Jehová. Por presunción habló el tal profeta; no tengas temor de él (Deuteronomio 18:21-22)

De manera que la señal para reconocer a un falso profeta es si éste habla en nombre de Dios y no se cumple lo que acontece. Sin embargo, personalmente conozco algunos falsos profetas que hablan en nombre de Dios y, efectivamente, ¡se cumplen sus profecías...!

¿Es posible esto...? Claro que es posible. Satanás mismo sigue vistiéndose como ángel de luz y él puede hacer que ciertas profecías tengan un cumplimiento con el fin de engañar a los escogidos.

Lo maravilloso del asunto, es que Dios también nos advierte contra estos falsos profetas cuyas profecías pueden cumplirse:

"Cuando se levante en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y te anuncie una señal o un prodigio, si se cumple la señal o el prodigio que él te anunció, y te dice: "Vayamos tras dioses ajenos -que tú no conoces- y sirvámoslos", no escucharás las palabras de tal profeta ni de tal soñador de sueños, porque Jehová, vuestro Dios, os está probando para saber si amáis a Jehová, vuestro Dios, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma. (Deuteronomio 13:1-3)

Noten que, en este caso, la prueba del origen demoníaco de estos profetas no es si la profecía se cumple o no; es la invitación a servir a otros dioses. Con esto en mente, podemos apreciar más profundamente la advertencia inspirada de Pedro:

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:19-21)

La máxima autoridad profética es la bendita Palabra de Dios. Cualquier enseñanza o profecía que nos entreguen, debemos cotejarla con ella de manera personal y pidiendo la guía del Espíritu Santo. Pedro nos insta a estar atentos teniendo presente que ninguna profecía es de interpretación privada sino que ésta vino por inspiración del Espíritu de Dios.

Igual que en la época de Jesús, muchas personas que se autodefinen como creyentes maduros siguen escuchando a hombres, prefiriendo que sean éstos quienes los guíen hacia la verdad como si fueran "niños espirituales", en cambio de aceptar la guía invisible del Espíritu quien es, en últimas, quien les puede revelar la verdad. Y esto es sumamente peligroso porque están desviando su mirada de lo que les traerá salvación, para fijarla en asuntos que no son más que fábulas que distraen al creyente de los verdaderos anticristos, quienes son el verdadero peligro para la iglesia actual.

El anticristo, según las Escrituras
Es notable el hecho de que la palabra "anticristo" (antíjristos) solamente aparece en tres pasajes de la Biblia, todos ellos del apóstol Juan (1Juan 2:18-22; 1 Juan 4:3; y 2 Juan; 7), y en todos ellos se nos dice que no solamente hay un anticristo sino que hay muchos; también nos asegura el apóstol que estos anticristos ya estaban presentes en su tiempo.

Hijitos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. (1 Juan 2:18)

¿Cómo eran estos anticristos...? ¿Cómo se podían reconocer...?

Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestara que no todos son de nosotros. (1 Juan 2:19)

Juan los desenmascara. Afirma que estos anticristos aparentaban ser cristianos pero no lo eran en realidad. Si vamos al significado de la palabra griega para anticristo, ésta tiene dos significados: "uno que se opone a Cristo" y "uno que asume el papel de Cristo". Si volvemos a la advertencia de Juan, entendemos que los anticristos parecen ser cristianos pero en realidad no lo son, se oponen a Cristo asumiendo el papel de Cristo.

¿Vemos hoy día aparentes cristianos que se oponen a Cristo asumiendo el papel de nuestro Señor..? Sí, los vemos.

Todos sabemos que el papel que desempeña Cristo en su Iglesia, es el de Cabeza. Y todos vemos alrededor del mundo a hombres (pastores, apóstoles, etc), falsos cristianos que usurpan el papel de Cristo como Cabeza asegurando que ellos son "cabezas" visibles delegados por el Cabeza invisible, Cristo Jesús. Aseguran estos pastores que quien los desobedezca está desobedeciendo al mismo Dios y rematan diciendo que nadie puede entender las Escrituras sin que ellos las expliquen. Así, al privatizar el entendimiento de las Escrituras, estos anticristos se aseguran de que nadie los descubra. Si cada creyente escudriñara la Biblia de manera personal, pidiendo la guía del Espíritu Santo, se daría cuenta del engaño de estos anticristos. Juan nos dice esto también:

Os he escrito esto sobre los que os engañan. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. (1 Juan 2:26-28)

Juan advierte sobre estos engañadores. Pero dice que quienes permanecen en Cristo no necesitan ser enseñados porque el mismo Espíritu Santo les enseña todas las cosas (la palabra para "unción", traduce la acción del Espíritu Santo). Y nos advierte para que, en la Segunda Venida de Cristo, no tengamos que alejarnos de nuestro Señor avergonzados de haber caído en el engaño de estos anticristos siguiéndolos a ellos en vez de a nuestro único Cabeza Cristo Jesús.

Satanás, el padre de la mentira, el maestro del engaño, no levantaría a un hombre que se proclamara abiertamente como opositor de Cristo; ¡no..! La mejor manera de engañar a los hombres sería mediante la astucia y la trampa, usando impostores que aparenten piedad pero que niegan su eficacia. Pablo también nos advierte contra estos hombres:

engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos, evítalos (2 Timoteo 3:5)

Muchos de estos predicadores engañosos quieren hacer pensar a la gente que Pablo habla aquí de los hombres que no conocen a Dios. Sin embargo, es claro que tendrían apariencia de piedad y, lo más importante: ¡habría que evitarlos...! Es imposible que Pablo se refiera a hombres que no conocen a Cristo, ya que precisamente el mandato de nuestro Señor es darlo a conocer a estas personas que no le conocen. Ya sabemos de múltiples ejemplos de estos pastores usurpadores del único Pastor, Cristo, que viven en medio de lujos y gustos, robando a las ovejas, exigiéndoles el diezmo para que ellos puedan gastarlo en sus deleites mientras el resto de ovejas pasa necesidades. Ciertamente, aunque tienen apariencia de piedad, niegan la eficacia de ella. Sin duda alguna, estos engañadores son los anticristos que hay que evitar.

Pablo va un poco más allá y, hablando acerca del segundo advenimiento de nuestro Señor, nos dice que antes de su llegada vendría la apostasía y se manifestaría el "hijo de perdición":

"¡Nadie os engañe de ninguna manera! , pues no vendrá [el Día del Señor] sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se exalta a sí mismo sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto (o adorado); tanto, que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios." (2 Tes. 2:3-4) (Ver también Apocalipsis 13:17,14:9,11; 16:2; 19:20.)

Pablo dice que este "hijo de perdición", "el hombre de pecado", se sienta en el templo de Dios. Y los engañadores han dado a creer a la iglesia que el templo de Dios es el templo de Jerusalén, así que –dicen- este hombre de pecado tendrá que ocupar el templo de Jerusalén y para ello éste tendrá que ser reconstruido. En la mente de quienes siguen a estos engañadores se produce el siguiente razonamiento: "Para que el anticristo se manifieste es obvio que el templo debe estar reconstruido, y naturalmente esta reconstrucción puede tardar mucho tiempo debido a la complejidad de la obra y a todos los acontecimientos necesarios para que los judíos recuperen el templo... así que todavía estamos lejos de la llegada de Cristo..." Es más, es posible que jamás identifiquen al anticristo que esperan ya que posiblemente éste no tenga relación alguna con el templo de Jerusalén. Esperan la llegada espectacular de un anticristo ignorando que ellos mismos ya están siendo gobernados y guiados espiritualmente por un anticristo, un lobo con piel de oveja que roba y maltrata las ovejas de Cristo, un salteador que se hace pasar por pastor anulando las advertencias de Cristo de que Él es el único Pastor y que los demás son solamente ladrones.

Vamos por partes. ¿El templo de Jerusalén es el templo de Dios...? Veamos lo que nos dice la Biblia:

si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano (Hechos 7:48)

Primeramente, Dios no habita en templos hechos de mano. Esa aclaración la hizo Esteban a los líderes religiosos, los pastores de la época, quienes, crujiendo sus dientes de rabia no lo quisieron escuchar y lo mataron a pedradas.

Esto nos lleva al segundo punto. Si Dios impulsara y aprobara la reconstrucción del templo de Jerusalén –como nos dan a entender estos hombres- significaría ni más ni menos que anular el sacrificio expiatorio de Cristo mediante el cual el antiguo pacto (que abarcaba los sacrificios, mandamientos y templos) quedó derogado como medio para alcanzar justicia. Insinuar que Dios aprueba el que se restaure la adoración en el templo de Jerusalén es una abominación. Dios terminó ya el Viejo Pacto e instauró el Nuevo:

Si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, ciertamente no se habría procurado lugar para el segundo, pues reprendiéndolos dice: "Vienen días -dice el Señor- en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto. No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron en mi pacto, yo me desentendí de ellos -dice el Señor-. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días -dice el Señor-: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo. Ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: "Conoce al Señor", porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos, porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades".Al decir "Nuevo pacto", ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece está próximo a desaparecer. (Hebreos 8:7-13)

El pacto que Dios haría con Israel, que prefiguró tanto a los israelitas de sangre como los israelitas "espirituales", los gentiles creyentes, fue posible gracias al sacrificio de Cristo en la cruz. Con la llegada del Nuevo Pacto, el Viejo Pacto desapareció.

El templo de Dios
De esta manera, sabiendo que Dios no restaurará la adoración del Viejo Pacto, ni –por tanto- el templo de Jerusalén que construyó Salomón, y conociendo que Dios no mora en templos hechos por hombres (así sean templos "cristianos"), ¿qué significará entonces que el hijo de la perdición se siente sobre el templo de Dios..?

Primero, hay que identificar cuál es el templo de Dios:

¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros? (1 Corintios 3:16)

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros? (1 Corintios 6:19)

Somos, pues, templo de Dios. ¿Significa eso que Dios mora en nosotros...? Claro que sí:

¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Y vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: "Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (2 Corintios 6:16)

Dios habita entre quienes lo adoran a Él, no en quienes siguen a otros hombres. Esto lo hace posible la mediación de nuestro Señor:

En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. (Efesios 2:21-22)

Así, quienes usurpan el lugar de Dios, pueden sentarse (gobernar) sobre el templo de Dios (nosotros), afirmando ser Dios, pretendiendo ser como Dios.

Resumiendo, sabemos que el templo de Jerusalén era el lugar simbólico de la morada de Dios, el sitio donde Él habitaba entre el pueblo; el templo era el lugar desde donde Dios gobernaba proporcionándoles sus leyes y proveyéndoles dirección espiritual. Con la llegada del Nuevo Pacto, la congregación cristiana (de manera individual y colectiva) pasó a ser el templo de Dios, su pueblo en el que él mora. Dios mora en cada creyente y, al mismo tiempo y consecuentemente, mora en su iglesia (que somos todos los cristianos) Cuando el hombre de perdición, u hombre de pecado, se sienta en el templo podría dar a entender sus pretensiones de tener derecho a ejercer autoridad divina en cada creyentes y, en general, en la congregación cristiana; este tipo de hombres quiere ejercer la misma autoridad que Dios ejercía en su templo en Jerusalén. Estos anticristos se colocan sobre cada creyente –que es el templo de Dios- y sobre la iglesia en general, reclamando la misma autoridad de Cristo, fingiendo ser cristianos pero en realidad demostrando que no lo son al usurpar el exclusivo papel de Cristo como nuestro Cabeza.

Al respecto, Barnes, el comentarista bíblico, indica:
Toda pretensión de dominio sobre la conciencia o cualquier plan para dejar a un lado las leyes divinas y restarles eficacia [hacerlas inconsecuentes o no operativas], se correspondería con lo que supone esa descripción. No cabe esperar que haya alguien que se atreva a afirmar abiertamente ser superior a Dios, pero se habría de dar la sensación de que los decretos y las estipulaciones del "hombre de pecado" invadirían el ámbito de jurisdicción en el que sólo a Dios corresponde legislar, y que las ordenanzas por él promulgadas serían de una naturaleza que dejaran sin efecto las leyes divinas, al colocar otras en su lugar... Eso significa necesariamente que, mediante mucha palabrería, realmente alegue ser Dios, que usurpe el lugar de Dios y exija las prerrogativas de Dios.

Y así tenemos que recalcar nuevamente el asunto de la autoridad. La autoridad que, por derecho, le pertenece solo a Dios y al Hijo.

Cuando los pastores –o cualquier otro hombre- insinúan a otros, ya sea abierta o disimuladamente, para que acepten sus palabras y sus normas religiosas (aquellas que no estén establecidas claramente en las Escrituras), como si tales normas provinieran de Dios, tales hombres están manifestando el espíritu del "hombre de pecado", el espíritu del anticristo.

La doctrina de los nicolaítas y los anticristos
En Apocalipsis podemos encontrar algo relacionado con el tema. Jesús advierte a la iglesia de Pérgamo, entre otras cosas, acerca de la doctrina de los nicolaítas:

Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. (Apocalipsis 2:15)

Y ya había advertido a la iglesia de Éfeso sobre la pérdida de su primer amor, abonándole, como cosa buena, que aborrecían las obras de los nicolaítas:

Pero tienes esto: que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. (Apocalipsis 2:6)

Por más que se busque, no se ha podido encontrar registro de ningún grupo sectario con este nombre durante el tiempo de los apóstoles. Si vamos a la raíz griega del término "nicolaítas", vemos que viene de "Nik-ol-ah-ee" (Nicolás) que significa :conquistador, devorador del pueblo, dominador sobre el pueblo; donde "Nikao" es dominar y "laos" es pueblo, entendido éste como laicado, es decir, personas que adoran a Dios, pueblo de Dios.

Vemos que se establece con este término una distinción muy clara entre el dominador y el laicado; o, como he asegurado en varias ocasiones, entre el pastor y el laicado.

Si comparamos los versículos 6 y 15 de Apocalipsis 2, vemos que Dios aborrece tanto las obras de estos hombres dominadores, como la doctrina que los sustenta y avala para ejercer dominio sobre su pueblo.

Conclusión
En vista de la evidencia presentada, cada persona debería considerar bajo oración y en la soledad de su lugar secreto, si existen razones suficientes para llegar a creer que la venida de dicho "hombre de perdición" se refiera a la aparición futura, después del Rapto de la iglesia, de una persona en particular, incomparablemente malvada, soberbia y engañadora. Cuando se haga el análisis, recomiendo tener en cuenta las palabras de Juan refiriéndose al mismo tipo de persona, pero no llamándolo "hijo de pecado", sino "anticristo", asegurando que hay muchos anticristos. Ambos, Pablo y Juan, se refieren al mismo tipo de personas que, pareciendo ser cristianos, usurpan el lugar de Cristo y se oponen de esta manera a Él.

y todo espíritu que no confiesa a Jesús no procede de Dios. Este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que había de venir y que ahora ya está en el mundo. (1 Juan 4:3)

¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. (1 Juan 2:22)

¿Cómo se puede negar al Padre y al Hijo...? Negar al Padre y al Hijo no significa solamente asegurar que no existen. Ni siquiera los demonios lo hacen, ellos creen y tiemblan. Negar al Padre y al Hijo es hacer lo que hace este "hombre de pecado", estos anticristos. No puede haber mayor impiedad, mayor iniquidad, que intentar usurpar la posición y autoridad del Soberano Dios. Y eso es lo que han hecho todos los líderes religiosos –llámense pastores, obispos, ancianos o como sea- a través de la historia de la humanidad. Sucedió en el pasado y sucede en el presente.

Desprecian al Padre, quien dio "todo poder y autoridad" al Hijo, y a nadie más; y desprecian al Hijo al ignorar que el Padre ordenó que "todos deberían honrar al Hijo de la misma manera en que honran al Padre". El hombre de pecado, los anticristos, pretenden para sí el honor que únicamente le pertenece a nuestro Cabeza Cristo Jesús. Y la usurpación de su puesto se hace evidente cuando intentan ejercer la jefatura y autoridad que únicamente le pertenece al Salvador sin que Él la haya delegado en nadie más. Ese es el espíritu del anticristo.

Deshonrar al Hijo se hace todos los días en las iglesias "cristianas" donde los pastores y líderes se erigen como intermediadores entre Dios y su pueblo. Jesús dice que nadie va al Padre si no es a través de él. Pero los pastores ahora alegan extrabíblicamente que nadie puede ir al Hijo si no es a través de ellos.

Ese es un atrevimiento muy peligroso.

Tan peligroso y tan atrevido como asegurar que todos necesitamos ayuda de los pastores para entender la Biblia y que nadie puede lograr el entendimiento sin la guía de estos gobernantes usurpadores que son los pastores. ¿Usurpadores..? Sí. Porque usurpan el papel de Cristo como único camino, usurpan el papel del Espíritu Santo en su labor de guiador escritural y desprecian la orden del Padre quien dio toda autoridad solamente al Hijo, cuando alegan que ellos, los pastores, son los co-gerentes del Reino de Dios. Ese es el espíritu del anticristo que ya está presente en todas las denominaciones del mundo.

Ruego a Dios que examinen esta información a la luz de las Escrituras y que los ilumine para entendimiento.

El advenimiento de este hombre de pecado, cuya operación es obra de Satanás, irá acompañado de hechos poderosos, señales y falsos milagros, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. (2 Tesalonicenses 2:9-10)

Y la verdad es, recuérdenlo, solamente Cristo.


Ricardo Puentes M.
Agosto de 2007