martes, 25 de septiembre de 2007

"La única Iglesia de Cristo es la Católica"

afirma Benedicto XVI

"La guerra civil americana nunca hubiera sido posible
sin la siniestra influencia de los Jesuitas"
Abraham Lincoln


Este polémico –y nada novedoso- anuncio del Vaticano, me fue esgrimido por una querida amiga adoradora de María, como prueba irrefutable de la procedencia divina de la Iglesia Católica romana.

Por herencia me han llegado dos diferentes tradiciones respecto a la Iglesia Católica. La de mi madre, perteneciente a una familia fuertemente clerical que ha producido seis obispos, decenas de sacerdotes de todas las órdenes y congregaciones, misioneros, una famosa escritora mística de la época de la Colonia –Francisca Josefa del Castillo-, fundadores y constructores de las más antiguas iglesias (me refiero a las edificaciones) en Tunja y Bogotá, un cura guerrillero –Camilo Torres R.-, y cientos de seminaristas y monjas que a lo largo de los 500 años de la triste historia de este país han contribuido –es necesario reconocerlo- a sumir a nuestro pueblo en el oscurantismo y la pobreza.

Para mi padre, un campesino santandereano liberal, práctico y de abolengo desconocido, la experiencia con la iglesia Católica es bien diferente. Como liberal en tiempos de gobierno conservador, mi padre estuvo a punto de morir en varias ocasiones víctima de la violencia política partidista que los sacerdotes católicos ayudaron a instigar desde los púlpitos y las plazas públicas. Me cuenta mi padre que a su familia no le permitían entrar a misa y que a los liberales difuntos no se les daba entierro en el cementerio del pueblo. Aunque él puede contar con los dedos de sus manos la cantidad de veces que ha ido a misa, hoy él se considera católico por tradición nacional.

Y así existen millones de personas en Colombia y el resto de América Latina. Profesan un catolicismo que les llega como herencia maldita, con toda la carga culposa de la iglesia "cristiana" más asesina, ratera e infame que ha existido jamás sobre la faz de la tierra.

Afirmar que la iglesia Católica es la única iglesia de Cristo, es el mismo pronunciamiento espurio de Hugo Chávez en la posesión de su segundo mandato: "el reino de Cristo ha llegado a Venezuela", afirmación que aplaudió la jerarquía católica presente en la ceremonia; decir que la Católica es la única iglesia de Cristo sería lo mismo que creerle a Fidel Castro, mimado del Vaticano, cuando afirma que su régimen tirano tiene la bendición de Dios a través de los jerarcas católicos que forman parte de la cúpula invisible de su gobierno.

La iglesia Católica nació como respuesta necesaria del politeísmo romano frente al cristianismo que se extendía por el imperio como una verdadera plaga atentando contra la unidad y fortaleza del poderoso imperio romano. Constantino, viendo que el imperio corría peligro ya que estaba sustentado en sí mismo por la creencia de la deidad de los Césares, máxima alrededor de la cual estaba toda su cosmogonía, ideó y llevó a cabo el ecumenismo de más éxito hasta ahora. Unió las creencias religiosas cristianas y paganas y formó ese adefesio que se conoce como Iglesia Católica Romana, que no es más que un paganismo disfrazado de cristiandad. A todos los dioses romanos les cambió sus nombres por los de "santos" cristianos, dejándoles las mismas funciones paganas: San Isidro, el "santo" (o dios) de la lluvia; san Antonio, el que consigue maridos; y así para cada dios que controlaba cada una de las actividades de los romanos. Los dioses se convirtieron en santos y asunto arreglado. El 25 de diciembre, fecha del nacimiento del dios Sol para los romanos, fue "rebautizado" como el del nacimiento de Jesús, y a la "reina del cielo", deidad importantísima para la religión romana, se le cambió el nombre por el de "virgen María". Los ejemplos son muchos más, pero no vamos a ahondar en ellos.

¿Cómo fue posible que los cristianos, que preferían morir en las fauces de leones o a manos de gladiadores, antes que transigir en su fe, cedieran a este burdo engaño...?

Constantino, un hábil político y conocedor de la naturaleza humana, recurrió a la mayor de todas sus debilidades: la vanidad, la egolatría, el ansia de poder.

Para la época, el verdadero espíritu de igualdad del cristianismo estaba diluyéndose y en su lugar se estaba produciendo la división entre las congregaciones debido a que algunos hombres comenzaron a reclamar para sí la misma obediencia y reverencia que se le tendría a Jesucristo. Manipulando las Escrituras desvergonzadamente, estos líderes que alguna vez habían sido cristianos, se levantaron sobre sus hermanos en la fe, invistiéndose de un ropaje de autoridad y espiritualidad que los colocaba muy lejos por encima del resto de creyentes. Estos líderes, esgrimiendo la ley mosaica (derogada por Jesucristo), hicieron renacer el sacerdocio levítico disfrazándolo de cristianismo y subyugaron –como lo había anunciado el apóstol Pablo- al resto de creyentes.

Constantino, conocedor de esto, y previo anuncio de su repentina y milagrosa "conversión"convocó a estos líderes para unificar creencias y repartirse las regiones de influencia pacíficamente. Según Sócrates (380 –450 D.C), un historiador profano, la reunión estuvo cargada de insultos, amenazas e improperios que estos obispos "cristianos"se lanzaban unos a otros. De este concilio salió la Iglesia Católica como soberana religiosa y política del imperio. Todo lo que se acordó allí llegó a ser LEY tanto para el imperio como para la Iglesia.

Según Ecclesiastical History, 1.9, de Sócrates, Constantino escribió a la iglesia de Alejandría (Egipto) que "la terrible gravedad de las blasfemias que algunos estaban descaradamente profiriendo con respecto al poderoso Salvador, nuestra vida y esperanza", ahora había sido condenada y contrarrestada, "pues lo que ha resultado aceptable para el juicio de trescientos obispos no puede ser otra cosa que la doctrina de Dios".

El asunto es que Constantino sentó las bases de la Iglesia Católica Romana declarando que el obispo "cristiano" de Roma tenía supremacía sobre los demás obispos ubicados en otras congregaciones del imperio. Tales hombres, los obispos, ávidos de poder y dinero se habían autonombrado como canales entre Dios y los hombres y cada uno exigía obediencia de los otros "obispos"; pero fue el obispo romano mediante una alianza con el emperador el que ganó el pulso que, finalmente, hacia mediados del siglo V, lo constituiría en el obispo supremo, o Papa, como lo conocemos hoy.

Estando investida de poder imperial, la naciente Iglesia Católica emprendió una persecución a los cristianos que no aceptaron este arreglo poco santo. Los cazó como a animales y los asesinó.

Y así lo siguió haciendo durante más de mil años, lapso de tiempo en el cual instauró la sangrienta Inquisición (1183) que llevó a la hoguera y tortura a millones de personas violando los más mínimos principios cristianos bajo el propio nombre de Cristo. A nombre también de Cristo iniciaron las cruzadas exterminando miriadas de moros y haciendo que muchos ingenuos "cristianos" ofrendaran su vida por el "vicario de Cristo". Utilizando el nombre de Cristo, la Iglesia Católica condenó a escritores y científicos, como Galileo Galilei quien se vio obligado a abjurar ante la Santa Inquisición retractándose de las leyes que descubrió (la de la inercia) y de la defensa que hizo al sistema cósmico de Copérnico. Galileo fue obligado por el "Santo Padre" a negar que la tierra y los demás planetas giraban alrededor del sol, sólo porque el Papa creía lo contrario. Así Galileo pudo salvarse de la hoguera por herejía.

Quien quiera aventurarse en la historia del papado, encontrará los más aberrantes ejemplos de la condición humana. Asesinatos, conjuras, masacres, cadáveres que colocaron como papas, violadores, proxenetas, homosexuales pedofílicos, incestuosos que fornicaban con sus madres y hermanas.... todo eso y mucho más dirigió durante siglos la Iglesia Católica Romana, "la única iglesia de Cristo", según afirma Benedicto XVI quien, entre otras cosas, formó parte activa de las filas del nazismo bajo órdenes de Adolfo Hitler, de quien trataremos más adelante debido a sus estrechos nexos con la "iglesia de Cristo".

Los jerarcas católicos se las arreglaron para impedir sistemáticamente que el laicado, los fieles creyentes, tuvieran acceso a la Biblia. ¿La razón? Es obvia: allí están las bases y razones que desvirtúan a la asesina Iglesia Católica como lo que proclama ser, "la única iglesia de Cristo".

Martín Lutero, monje católico agustino, conoció de cerca la corrupción reinante en Roma, las orgías de León X y toda su corte de obispos y frailes, sus manejos financieros oscuros, etc., y enfrentó directamente la autoridad papal al desmentir la Bula Papal donde se vendían indulgencias (perdones y salidas de las almas de familiares del purgatorio) a cambio de dinero. Tradujo la Biblia al alemán, al idioma del pueblo, y esto causó mucho daño a Roma.

Como resultado del movimiento de la reforma iniciado por Lutero, la Iglesia Católica Romana estuvo al borde de la quiebra financiera. Perdió muchísimos seguidores que antes diezmaban, ofrendaban y compraban las famosas indulgencias. León X murió dejando sumida a la Iglesia Católica en la ruina.

Mientras tanto, un poco antes del papado de Leon X, la Iglesia Católica había descubierto el nuevo continente al que le daría el nombre de "América". Quien suministró los fondos para el viaje de Colón no fue, como dicen los ingenuos románticos, la reina Isabel la Católica, sino el mismísimo papa Inocencio VIII, genovés, y familiar cercano de los poderosos banqueros de Roma. Los italianos -los Medicis y demás- eran en últimas los únicos interesados en romper el cerco de los turcos para buscar una nueva ruta marítima hacia el oriente.

Las cosas resultaron mejor de lo planeado. La Iglesia Católica Romana "conquistó para Cristo" los riquísimos yacimientos de oro y demás minerales preciosos, y de paso colaboró con la masacre de miles –tal vez millones- de indígenas americanos.

La Iglesia Católica era –para la época- defensora de la esclavitud, asunto que formaba parte del derecho romano y que fue incorporado como de obligatorio cumplimiento en las "leyes" de la iglesia Católica. Cristóbal Colón y Fonseca, obispo de Badajoz en Cádiz, vieron que sería un lucrativo negocio llevar indios americanos para ser vendidos en Europa como esclavos. Y el negocio les duró hasta que un fraile, Bartolomé de Las Casas, puso el grito en el cielo y denunció a la jerarquía Católica –la suya- por esta infamia. Aunque la reina Isabel abolió la esclavitud en sus dominios americanos, los jerarcas católicos y los encomenderos se inventaron otra forma de esclavitud un poco más discreta, logrando exterminar casi por completo la población indígena en un lapso menor a 200 años. Entre los maestros de esta nueva forma de esclavitud (encomiendas, haciendas y misiones –reducciones- entre otras) fueron los tristemente célebres Jesuitas, el ejército del Vaticano, los asesinos del Vaticano.

Los Jesuitas, como respuesta a la reforma de Lutero
La solución a la reforma de Lutero, llegó muy pronto para ayudar a la Iglesia Católica a recuperar su poder financiero y, de paso, castigar fuertemente a los "protestantes" como se les llamaba a quienes se apartaron de la Iglesia Católica como consecuencia de los hechos ya mencionados.

Ignacio de Loyola, quien había sido paje en la corte de Fernando el Católico y luego alumno mediocre de la Universidad de Salamanca y otras, fundó la Compañía de Jesús, la orden religiosa conocida como Jesuitas.

Con poder especial conferido por el papa Pablo III, donde los eximía de toda supervisión y tributación, y de tener mujeres en su organización jerárquica, los Jesuitas buscaron dos objetivos principales: Conseguir el poder político Universal para Roma y formar una Iglesia universal, también bajo el mando del Papa.

Con este nuevo ejército de asesinos, la "única iglesia de Cristo", la Iglesia Católica Romana, tuvo una orden religioso-militar que inició el aniquilamiento de protestantes apoyando a los dominicos en la Inquisición y utilizando otra técnica más sutil pero no menos efectiva: la infiltración en todos los sectores posibles de la vida: política, educación, justicia, economía, etc. Su propósito, conseguir el poder total para Roma, lo lograrían por todos los medios. No tuvieron inconvenientes en volverse "protestantes" –falsos obviamente- para infiltrarlos y controlar paulatinamente todas las iglesias "evangélicas". Y casi lo han logrado. Si escuchan a los colombianos César Castellanos, Ricardo Rodríguez y Eduardo Cañas, los más importantes pastores "cristianos", es posible que los hayan oído decir que Juan Pablo II, el Papa comunista, era "un hombre de Dios", o lanzar expresiones como: "nuestros hermanos obispos católicos", y cosas por el estilo. Y lo mismo sucede a nivel mundial con "pastores cristianos" como Benny Hinn, Cash Luna, Ronny Chávez... todos ellos están entregando paulatinamente el control de sus iglesias "protestantes" al Papa. Marcos Witt, un famoso y millonario cantante y pastor "cristiano" se acaba de reunir con la mano derecha del Papa, en cuestiones de doctrina y oratoria, para buscar la fusión del cristianismo protestante y el catolicismo romano.

Por eso es que el anuncio del nazi Benedicto XVI, que "la única Iglesia de Cristo es la Católica", cobra fuerza en este tiempo. Aparte de unas tímidas declaraciones de uno que otro líder religioso, esta afirmación está a punto de ser una realidad. Sin ninguna duda, todas estas grandes denominaciones evangélicas, como Asambleas de Dios, están bajo el control directo del Vaticano mediante sus infiltrados jesuitas. Y no solamente será una realidad la fusión de los protestantes, la reciente visita del Papa al centro del poder del Islam en Turquía, donde Ratzinger oró al estilo musulmán, junto al Mufti de Estambul, Mustafá Cagrici, de cara a La Meca, comprueba que las conversaciones con los musulmanes para concretar el ecumenismo, están bastante adelantadas.

Un estudioso del tema nos dice que:

Los Jesuitas dividieron el mundo en dos partes: I. Los creyentes, II. Los incrédulos.
I. Bajo la primera parte (la iglesia mundial), estarían: católicos, protestantes de todas las denominaciones, ortodoxos, musulmanes, brahamanes, budistas, mormones, Testigos de Jehová, iglesias ocultistas, Nueva Era, religiones orientales, Cienciología, judaísmo, etc. etc.
II. Bajo la segunda parte (gobierno mundial), estarían: comunistas, todas las logias masónicas, anarquistas, sindicatos, gobiernos, diversas sociedades, etc. etc
. (Miguel Rosell, El silencio de los Corderos)

Los jesuitas, expertos en la injuria, el complot y la intriga, no sólo están entregando las iglesias protestantes en manos del Vaticano, en cumplimiento de su propósito de conseguir una sola religión mundial bajo el mando del pontífice romano; sino que también han penetrado las esferas políticas logrando que su accionar en los diferentes países del mundo que han tenido la desgracia de acogerlos haya sido muy efectivo; han establecido dictaduras de izquierda y de derecha y han marchitado democracias. Siembran la anarquía y la rebelión donde quiera que estén porque esto ayuda a sus propósitos. En cualquier lugar donde ellos no tengan el control, no dudarán en manipular guerrillas y terroristas para desestabilizar la nación y traer un gobierno totalitario (de izquierda o de derecha, da igual) que esté a su entera disposición.

Fue espeluznante ver que detrás de Hugo Chávez, en su segunda posesión como presidente, estaban los altos jerarcas católicos, los jesuitas. Estuvieron detrás de Pinochet y de Perón y no es raro que sacerdotes de alto rango estén siendo juzgados por crímenes en esas dictaduras. Detrás de Fidel Castro siempre han estado ellos; el padre de Castro fue nazi y el mismo Fidel estudió con la Compañía de Jesús. Fidel es católico. Su imagen de revolucionario ateo no cuadra con las misas que la iglesia Católica le ofrece y a las que asisten los jerarcas católicos de iberoamérica. En Colombia, vemos que estos jerarcas católicos están por encima de la ley, desobedeciendo impunemente sentencias judiciales, retando a la justicia y arguyendo que los sacerdotes no pueden ser juzgados por la misma ley que el resto de los colombianos porque ellos –dicen- tienen unos acuerdos con el gobierno. Esos acuerdos con el gobierno forman parte del Concordato que aún tiene suscrito el Estado Colombiano con el Vaticano y que mentirosamente nos hicieron creer que se había derogado con la Constitución de 1991. Por eso es que obispos pederastas y pedófilos podrán seguir abusando de niños y niñas sin que los alcance la justicia. Ellos están más allá de la ley.

Alberto Rivera, ex sacerdote jesuita de alto rango, quien rindiera el juramento extremo reservado a los niveles superiores de la Orden, y quien fuera instruido en el Vaticano en lo concerniente a la historia del jesuitismo, sufrió luego una profunda crisis de conciencia y decidió valientemente desenmascarar a la "única Iglesia de Cristo" la perversa iglesia Católica. En una reunión ecuménica de más de cincuenta mil líderes católicos y protestantes, celebrada en Guatemala en 1965, reveló públicamente lo que el Vaticano estaba haciendo.

Contó cómo los jesuitas han logrado obtener el control de todas las instituciones de este planeta. Alberto Rivera aseguró que "el Opus Dei es otro brazo de los Jesuitas, así como los Banksters (banqueros gangsters), masones, los illuminati, el CFR (Council of Foreing Relations, Consejo de Relaciones Exteriores), el movimiento de la Nueva Era, Trilateral Comisión (la Comisión Trilateral), el Club de Roma, los Bildebergers, Skull and Bones, el Bohemian Grove, El Comité de las 300 (así se llaman las familias de élite más ricas) - Rothschilds en Inglaterra y los Rockefellers en América, etc. A través del Opus Dei, manejan los partidos demócratas cristianos, igual que los partidos políticos de centro y centro derecha, así como los poderosos sindicatos entre otros". (Eric Jon Phelps, Los asesinos del Vaticano)

Afirma Rivera también que los jesuitas controlan las mafias internacionales de la droga. Y acaso sea esta la razón de los profundos conflictos que sufrimos en Colombia, Perú y Bolivia, mayores productores y exportadores de droga en el mundo. Si la droga se legalizara, como pretenden algunos políticos de "izquierda", el enorme negocio ya estaría por adelantado en manos de los jesuitas.

Rivera también nos revela el juramento que prestó y al que se someten los jesuitas de alto rango. Contiene cosas como estas:

"Se te han enseñado tus ocupaciones como espía, para acumular estadísticas, hechos e información a tu alcance, a congraciarte y ganar la confianza de los círculos familiares de Protestantes y herejes de toda clase y carácter, tanto la del comerciante, el banquero, el abogado; entre escuelas y universidades, en parlamentos y legislaturas, entre los judiciales y consejeros del Estado; y para ser todas las cosas para todos los hombres, por el bien del papa, cuyos sirvientes somos hasta la muerte.. (....) Yo,_________ ahora en presencia del Altísimo Dios, la bienaventurada Virgen María, el bienaventurado Miguel Arcángel, el bienaventurado San Juan Bautista, los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo y todos los santos y ángeles del cielo... prometo y declaro, que no tendré opinión o voluntad propia, o cualquier reserva mental, aun como un muerto o cadáver, sino que sin vacilar, obedeceré todos y cada uno de los mandatos que pueda recibir de mis superiores en la Milicia del Papa y de Jesucristo... prometo y declaro que cuando la oportunidad se presente, haré guerra sin compasión, secreta o abiertamente, contra los herejes, Protestantes y liberales como se me ha instruido para extirpar y exterminar a todos ellos de la faz de la Tierra y que no dejaré edad, sexo o condición, y que colgaré, quemaré, desolaré, desollaré, estrangularé y enterraré vivos a esos infames herejes; arrancaré sus estómagos y las matrices de sus mujeres; y estrellaré las cabezas de sus infantes contra la pared para aniquilar por siempre su raza execrable. Y cuando ésto no pueda ser hecho abiertamente, secretamente usaré la copa envenenada, la cuerda para estrangular, el acero de la daga, o la bala dirigida, sin prejuicio de honor, rango, dignidad o autoridad de la persona o personas, cual fuera su condición en la vida, ya sea pública o privada, tal como puede ser ordenado para hacerlo, por cualquier agente del Papa o Superior de la Hermandad de la Santa Fe de la Sociedad de Jesús.. (Citado en La Cruz doble, Alberto parte 2, 1981.)

Alberto Rivera fue asesinado. Y ya sabemos por quiénes.

Esto es, queridos amigos, lo que el nazi Ratzinger, Benedicto XVI, llama "la única Iglesia de Cristo". En el próximo artículo veremos cómo la Orden ha afectado el panorama mundial analizando los últimos 100 años de nuestra historia. Veremos qué papel jugaron en la revolución bolchevique, en las dos guerras mundiales; cómo apoyaron a Hitler, Mussolini y Stalin, entre otros, a través de las logias masónicas y los movimientos socialistas nacionales.

Mi deseo está encaminado principalmente a que jóvenes idealistas que hoy conforman el Polo Democrático, socialistas seguidores de Chávez y Castro evalúen los verdaderos propósitos de sus oligarcas dirigentes quienes, bajo la máscara socialista de la igualdad y la compasión por los pobres, no son más que títeres –cuando no más- de los verdaderos dueños de Latinoamérica; para que entiendan por qué la jerarquía católica espolea a Uribe Vélez para que extermine a los guerrilleros mientras que, al mismo tiempo, hospedan a los dirigentes guerrilleros, almuerzan con ellos y los escoltan hasta Cuba, un fortín del Vaticano ciento por ciento. Podrán entender por qué prominentes políticos colombianos, como el recientemente fallecido Alfonso López Michelsen, fueron tan cercanos a Fidel Castro, a la mafia del narcotráfico y a la jerarquía católica mientras pronunciaba un confuso discurso revolucionario y a la vez oligarca. Podrán entender por qué colegios de influencia masona, como el Gimnasio Moderno, cuentan entre sus capellanes a altos jerarcas católicos. ¿Luego la masonería no es anticlerical..?, se asombrarán algunos mientras confirman nombres como monseñor De Brigard oficiando espiritualmente en el colegio masón-liberal.

También, por otro lado, es un compromiso con los cristianos sinceros, afiliados a toda suerte de denominaciones "cristianas"; es un llamado a ellos para que analicen si la jerarquía de sus iglesias concuerda con el espíritu cristiano de hermandad. Finalmente, para los jesuitas, a la hora de entregar las iglesias protestantes bajo control del papa, les resultará mucho más fácil si han colocado "pastores", "ancianos", "superintendentes" y demás rangos, como cabezas espirituales de los creyentes quienes, a una voz de mando de sus líderes espirituales, no dudarán en aceptar la soberanía del papa sobre ellos y sus vidas. No se engañen, no hay intermediarios humanos entre Dios y los hombres. Los líderes espirituales no son más que impostores que usurpan el legítimo papel de Jesús sobre cada creyente. Incluso los líderes sinceros, quienes están convencidos de que deben mantener bajo su égida al resto de fieles, deberían hacerse un examen de conciencia y, a la luz de las Escrituras, determinar si están actuando como siervos de Dios o como jerarcas que se colocan sobre otros hombres, robándolos y manipulándolos para beneficio propio, esgrimiendo como excusa a Jesucristo, usando su nombre para esclavizarlos mientras siguen intentando ocultar que Jesús es sinónimo de libertad.


Ricardo Puentes M.
Julio de 2007.

¿Qué nos salva... la fe o las obras...?

Por esta bondad inmerecida, en verdad,
ustedes han sido salvados mediante fe;
y esto no debido a ustedes: es dádiva de Dios.
No, no es debido a obras,
a fin de que nadie tenga base para jactarse.

Efesios 2:8, 9.

El apóstol es claro: Somos salvos mediante fe, que es dádiva de Dios, no mediante obras para que nadie pueda gloriarse. ¿Significa eso que para ser salvo no necesitamos las obras..?

Para entender el asunto, lo primero que hay que definir, es el significado de "obras"y de "fe". Ya hemos visto que la fe bíblica significa creer en lo que dice la Palabra, así que, dando por sentado esto, podemos afirmar que –básicamente- "fe" es lo que creemos mientras que "obras" es lo que hacemos.

También hemos visto que hay un tipo de obras, las "obras muertas", que no agradan a Dios puesto que no están basadas en la fe. Esto nos lleva a otra pregunta: Si existen obras "muertas", las que conducen a muerte, ¿es posible que existan "obras vivas", aquellas que puedan conducir a vida eterna..?

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras..? ¿Podrá la fe salvarle..? (....)..? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2:14,26)

Santiago compara el cuerpo con la fe y el espíritu con las obras, y añade que así como un cuerpo sin espíritu está muerto, la fe sin obras también está muerta.

Sabemos por experiencia que un cuerpo sin espíritu, sin vida, es un cadáver que se descompondrá hasta convertirse en polvo. De igual manera, una fe sin obras (de fe) está muerta e inservible. Un cuerpo sin espíritu no es nada; una fe sin obras no es nada.

Lo que el apóstol nos quiere mostrar aquí, es que no puede existir una fe sin obras. Santiago le dice a quienes profesan tener fe pero no tienen obras, que corroboren tal afirmación. Cuando un creyente recibe a Cristo, el Espíritu inicia una operación en él proveyéndole de la fe necesaria para seguir adelante en su perfección. Sin embargo, muchos cristianos dejan apagar ese espíritu de fe haciendo que ésta sea una proclamación vacía e inútil. No tienen obras de fe.

Cuando Cristo murió en la cruz dijo: "Consumado es.", es decir, con su muerte cumplió todo lo que se necesitaba para pagar el castigo de los pecados de los hombres y para comprar la salvación de toda la humanidad, todo quedó consumado por los sufrimientos y la muerte de Cristo en la cruz. El intentar sugerir que un hombre pueda hacer algo más, o necesitar algo más de lo que Cristo ya hizo y proveyó, es repudiar el testimonio de la bendita Palabra de Dios y desacreditar la virtud del sacrificio expiatorio de Cristo. Sugerir, como lo hacen ciertos predicadores, que hay que hacer ciertas obras buenas como diezmar u ofrendar generosamente, u obedecerlos ciegamente para lograr la salvación, es anular el sacrificio de Cristo.

En otras palabras, cualquier intento del hombre por ganar su salvación por medio de sus "buenas obras" es, literalmente, UN ULTRAJE PARA DIOS, un desprecio por el sacrificio de Cristo. Una afirmación de este tipo lleva en sí la implicación de que el sacrificio de Cristo fue incompleto, imperfecto... y que se necesitaría algo más para hacerlo perfecto.

Pablo enseña lo siguiente:

Pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. (Romanos 4:4-5)

Pablo afirma que a quien obra se le debe un salario. Y ¿cuál es el salario de todo pecador que pretenda, por sí mismo, conseguir la salvación..?

porque la paga del pecado es muerte, (Rom 6:23)

Todo lo que haga una persona que no haya sido salva mediante la gracia, recibe el pago de la muerte. Ese es el salario merecido.

Así que lo primero que tiene que hacer un hombre, para ganar su salvación, es dejar de obrar. Debe dejar de intentar ganarse la salvación mediante sus obras. La salvación viene únicamente por la fe, sin hacer nada más que creer.

Ir tras la salvación por obras fue el gran error de Israel:

Mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué..? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras. (Romanos 9:31-32)

Los israelitas no alcanzaron la salvación que Dios había dispuesto para ellos, debido a que ellos mismos intentaron conseguir esta salvación mediante sus propias obras; intentaron lograr la justicia excluyendo a Dios y, obviamente, no la consiguieron.

Lamentable y terriblemente, ese es el mismo caso de millones de cristianos hoy día. Multitudes de creyentes creen firmemente que deben hacer algo más para ganar su salvación. Se esfuerzan por orar, por ayunar, por hacer obras de misericordia, por obedecer ciegamente a sus líderes religiosos; cantan salmos, lloran, claman, trabajan en lo que les ordenen sus pastores.... Pero todo es en vano. Ellos jamás obtendrán la salvación mientras sigan buscándola por obras y no por fe.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)

El escritor inspirado nos dice que ya somos salvos por medio de la fe. No hay necesidad de hacer nada más. Dios nos da ese inmerecido regalo de la salvación a cambio solamente de que creamos; Pablo es enfático en afirmar que no se debe a "obras", para que nadie se gloríe.

Nos salvó, (Dios) no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. (Tito 3:5)

Todas nuestras "obras de justicia" deben quedar excluidas primero, antes de poder recibir la inmerecida salvación por medio de la misericordia de Dios.

Fijémonos que Pablo asegura que la salvación nos llega mediante una regeneración, o nuevo nacimiento, que produce a su vez nuestro lavamiento –la limpieza de nuestros pecados-, y que todo es una obra del Espíritu Santo en nuestra vida.

Entonces, si no necesitamos obras para ser salvos; si, por el contrario, debemos dejar de actuar para poder recibir la salvación, ¿qué papel desempeñan las obras en la vida de un cristiano...?

Las obras de fe
Santiago es enfático al afirmar que la fe sin obras está muerta. ¿Hay alguna contradicción con lo anteriormente expuesto, que no somos salvos por obras sino por fe..?

Empecemos por analizar el texto de Santiago:

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras..? ¿Podrá la fe salvarle..? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha..? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces: También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta..?¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar..? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino..? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2:14-26)

Como se mencionó al principio de este escrito, tenemos la seguridad de que una persona está viva cuando tiene su espíritu dentro de sí. Cada movimiento o acción es una manifestación visible del espíritu invisible que vive dentro de ella. Cuando el espíritu abandona ese cuerpo, éste deja de actuar y queda inanimado, inerte. La ausencia de actividad, de obras y actos de ese cuerpo, nos asegura que su espíritu ya no está allí.

De igual manera sucede con el espíritu de fe dentro del verdadero cristiano, quien ha nacido de nuevo. Ese espíritu de fe está vivo y activo, y funciona con vida del mismísimo Dios:

Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
(1 Juan 3:9)

La semilla incorruptible del Creador permanece en quien ha nacido de nuevo.

Cuando la semilla incorruptible, la vida de Dios entra en el corazón del creyente, inmediatamente toma control –es evidente que el creyente lo permite- de toda la vida de éste, de todos sus deseos, sus actos, sus pensamientos y sus palabras. Debido a esto, el creyente nacido de nuevo empieza a pensar, hablar y actuar de un modo enteramente diferente a como lo hacía antes.

El creyente nacido de nuevo –con el Espíritu de Dios controlando su vida- empieza a vivir de una manera diferente a la que llevaba antes; empieza a hacer "obras" nuevas, obras que son la evidencia de que tiene fe en su corazón; obras que muestran que el Espíritu de Dios vive dentro de él.

Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. (1 Juan 3:9)

Una persona con la simiente de Dios dentro de él, tendrá que manifestar obligatoriamente que en realidad ha nacido de Dios. No solamente se apartará del pecado sino que la semilla de Dios lo moverá a hacer cosas que su Salvador haría. Una persona nacida de nuevo pensará como Cristo pensaría, y actuará como Cristo actuaría. Y es una verdad incuestionable que nuestro Señor no solamente se apartó del pecado, sino que también hizo el bien. Hizo obras de fe.

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4:22-24)

Un creyente nacido de nuevo, renovado en el espíritu de su mente y vestido del nuevo hombre actuará justicia de ahí en adelante.

Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. (Santiago 1: 23-25)


Ejemplos de fe
Observemos los ejemplos de fe citados por Santiago.

¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar..? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. (Santiago 2:21-23)

Santiago nos dice que Abraham creyó a Dios y esto le fue contado por justicia. Quienes afirman que la sola fe (sin obras) de Abraham lo salvó, tienen razón. Sin embargo, Abraham manifestó en acciones que tenía fe en su corazón. No se quedó inerme sino que su fe lo impelió a actuar, a ponerse en acción. Su fe lo movió a salir de Ur; su fe lo movió a ofrecer a Isaac en un altar, en obediencia a Dios. Cada paso de obediencia preparaba a Abraham para el siguiente, fortaleciendo así su fe.

La fe de Abraham fue puesta cuando Dios le ordenó sacrificar a su hijo Isaac: Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; (...) pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos. (Hebreos 11:17-19)

Para ese momento, Abraham había obedecido en todo a Dios, había ejercitado su fe paso a paso, y ésta se había fortalecido hasta el grado de estar absolutamente convencido de que Dios podía resucitar a su hijo y regresárselo. Por esta razón, Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac y sólo la intervención directa de Dios impidió que lo matara.

Fue la última vez que su fe estuvo sometida a prueba. Después de esto, Dios lo bendijo prometiéndole que en su descendencia serían benditas todas las naciones de la tierra.

El otro caso que menciona Santiago es el de Rahab:

Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino..? (Santiago 2:25)

Rahab era una prostituta cananea que vivía en Jericó, ciudad que Dios había condenado a la destrucción en manos de Josué. Como todos los pueblos vecinos, los habitantes de Jericó habían escuchado acerca de la manera en que Dios libro a Israel de las manos de faraón. Al contrario de los demás habitantes de Jericó, Rahab estaba convencida de que ese Dios Yahvé era el verdadero Dios y tenía la seguridad de que así como había vencido al poderoso faraón, entregaría a Jericó en manos de los hebreos. Pero no solamente creía eso; Rahab también creía que Yahvé era misericordioso y que podría salvarla a ella y su familia de la destrucción. Rahab no ofrecía sacrificios a Dios puesto que no era israelita, no hacia ceremonias, no diezmaba, no guardaba el sábado... pero su fe la llevó a actuar.

Cuando Josué envió sus espías a Jericó, Rahab los hospedó, los escondió y luego los obligó a escapar a riesgo de su vida y la de su familia. Debido a este acto de fe, Rahab y su familia fueron salvos. Rahab no se contentó con saber que había un Dios verdadero, sino que esa fe la movió a realizar obras y así pudo salvarse.

Santiago también nos habla de otros seres que creen en Dios:

Tú crees que Dios es uno; bien haces: También los demonios creen, y tiemblan. (Santiago 2:19

Los demonios creen en Dios. Y tiemblan de terror. Ellos saben que Dios existe pero esa creencia no les trae salvación sino destrucción. No tienen fe, solo tienen la certeza de que Dios existe pero su carencia de fe hace que no sean movidos a obras de fe. De hecho, es imposible que ellos tengan fe, ya que –como hemos visto- la fe la produce Dios en cada corazón arrepentido.

De igual manera que saber que Dios existe no les trae beneficio a los demonios, en los creyentes que creen pero no actúan su confesión de fe es una falsedad. No tienen fe porque la fe siempre produce actos que la evidencian y la perfeccionan.

Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha..? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. (Santiago 2:15-17)

El "creyente" que ve en necesidad a un hermano y no le provee lo necesario –pudiendo hacerlo- no tiene fe. Sus palabras de "Id en paz, calentaos y saciaos", son una confesión vacía; ellos están en la misma posición de los demonios que saben que Dios existe pero eso no los salva. El "creyente" que no actúa en beneficio de un hermano necesitado está demostrando que no tiene fe. Lo más grave de todo es que si el "cristiano" no se siente impelido a actuar está evidenciando que no ha nacido de nuevo, y por tanto es necesario que acuda a Dios en oración y suplique su misericordia, que lo provea del regalo de la fe.

La fe siempre, siempre, produce el querer y mueve hacia el actuar:

Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Filipenses 2:12-13)

Si bien es cierto que no recibimos la salvación por las obras, éstas son la prueba de que tenemos fe. Es mediante las obras que nuestra fe se perfecciona.

Si usted no se siente movido a ayudar a su prójimo, eso quiere decir que Dios no está actuando en su corazón. Por tanto, ocúpese de su salvación urgentemente porque no la ha experimentado. Pida a Dios que lo ayude a fortalecer la fe que produce salvación.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto (la fe) no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)

La fe es un regalo de Dios; búsquela. Busque a Dios y verá que él no lo rechazará.

"Al que viene a mí, no le echo fuera.." (Juan 6:37)

¡Qué tremenda promesa de misericordia y amor....!

Dios los bendiga abundantemente.


Ricardo Puentes Melo
Julio 2007.