domingo, 26 de octubre de 2008

LA BIBLIA Y CRISTO: UNO SOLO


LA RELACIÓN ENTRE CRISTO Y LA BIBLIA
Un asunto de salvación

El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amara,
y vendremos a él, y haremos morada con él.

(Juan 14:23)

La ley mosaica fue dada al pueblo de Israel por varios motivos, entre ellos el preparar al pueblo para la llegada del Mesías. También, puso de manifiesto la maldad y la incapacidad del hombre para librarse del pecado, necesitando para ello un Redentor –Jesús el Cristo- que a la postre, mediante su sacrificio expiatorio, terminaría con el yugo de la Ley e introduciría al pueblo de Dios –la Iglesia- a una nueva forma de relacionarse con el Creador, muy diferente al Viejo Pacto. Esta nueva relación es la que conocemos con el Nuevo Testamento.


La Ley era una “sombra” simbólica, que apuntaba a mostrar la realidad que el Mesías habría de enseñar, había de traer. Mientras que la Ley estaba llena de signos visibles de los tratos de Dios con Israel, Cristo enseñaría que los cristianos estábamos llamados a establecer una relación personal con Dios a través de Jesucristo –no de hombre alguno-, y que tal relación no sería igual que en el Israel antiguo, donde eran como una masa, sino que la comunicación se establecería como personas individuales. De igual manera, bajo el Nuevo Pacto ya no entraríamos en esa relación basados en una descendencia carnal que nos hiciera pertenecientes al pueblo hebreo, sino que lo haríamos de acuerdo a nuestras motivaciones y condiciones de nuestro corazón.
Jesucristo dijo que ya no necesitábamos de un conjunto de leyes ni normas para llegar a Dios, sino que mediante la fe en su sacrificio seríamos regresados a nuestro Padre espiritual. Es decir, ya no estamos bajo ley sino bajo gracia.

Con todo, millones de cristianos desprecian esta libertad que nos trajo el Señor Jesús, y voluntariamente deciden esclavizarse bajo la “cobertura” –tiránica o no- de pastores y demás jerarcas “cristianos”. Han perdido de vista el significado del verdadero evangelio y han preferido someterse a la voluntad de hombres que toman el lugar de Cristo y se hacen llamar “pastores”, e intermediarios entre Cristo y los hombres. Son hombres que dicen que quienes los desobedecen a ellos desobedecen a Dios, y someten a los creyentes a la tiranía espiritual desdibujando a Cristo, viviendo a costillas de las congregaciones y guiando a otros ciegos hacia el hoyo.

Jesucristo jamás enseñó que hubiera que someternos a la autoridad espiritual de pastores. La única autoridad era él mismo, y así se lo hizo saber en numerosas ocasiones a sus discípulos. Cuando él se fuera, ésta autoridad recaería en su Palabra… lo que hoy conocemos como la Biblia.

¿Cuál es la relación entre Cristo y la Biblia..?
¿Qué es la Biblia...? La palabra de Dios. Lo que muchos ignoran es que a Jesucristo también se le conoce como la Palabra de Dios.

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. (Juan 1:1)

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) (Juan 1:14)

(Cristo) Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. (Apocalipsis 19:13)

El asunto es bastante sencillo: La Biblia es la Palabra de Dios, y Cristo es el verbo (o la palabra) de Dios. La Biblia es la palabra escrita de Dios y Cristo es la palabra encarnada de Dios. La Biblia es una revelación autorizada y perfecta de Dios; y Cristo es también una revelación autorizada y perfecta de Dios. La Biblia y Cristo concuerdan a la perfección. La Biblia revela perfectamente a Cristo; Cristo cumple la Biblia revelándose como cumplimiento de las Escrituras. El Espíritu Santo revela a Dios mediante su palabra escrita, y también revela a Dios hecho carne: nuestro Señor Jesús.

Así que tener a Cristo es tener la palabra de Dios. Aceptar a Cristo es aceptar la palabra de Dios, es decir, la Biblia.

Increíblemente, los llamados cristianos no aceptan la Biblia (es decir, a Cristo) porque prefieren creerles a los hombres que a Jesús. Cuando se les muestra con las Escrituras que Cristo no ha nombrado co-pastores ni delegados, y que solamente Él dirige a su pueblo de manera invisible, estos hombres quieren seguir creyéndoles a sus pastores y líderes religiosos quienes les aseguran que ellos –los pastores- han sido nombrados por el mismísimo Jesús para guiarlos hacia Dios. A estos esclavos de hombres no les importa lo que diga la Biblia, no quieren creer en ella.

También, cuando se les muestra lo que dicen las Escrituras acerca de las mujeres que enseñan a la congregación, estos malos hombres (y mujeres) dicen que eso que está escrito (que las mujeres no deben enseñar a la iglesia) es machismo, y que tal cosa no es válida para los tiempos modernos del feminismo. Invalidan la palabra de Dios; invalidan a Cristo.

Quien desprecia la Biblia, desprecia a Cristo; quien desobedece la Biblia, desobedece a Cristo. Quien escucha la Palabra y no la obedece, está en serio peligro:

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. (Mateo 7:24)

Edificar sobre la roca significa escuchar y hacer lo que Cristo dice sin importar la época en que se viva. Cuando colocamos el fundamento –Cristo, la Roca- en nuestra vida, debemos empezar a edificar sobre ese fundamento escuchando y cumpliendo la palabra de Dios –la Biblia-, aplicándola diligentemente en nuestra vida.

Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros. (Hechos 20:32)

El asunto es clarísimo: Solamente la bendita palabra de Dios –no la obediencia a los pastores-, conforme la oímos, la estudiamos, la cumplimos y la aplicamos, es capaz de levantar dentro de nosotros un edificio de fe fuerte y seguro asentado sobre el fundamento del mismo Cristo. Es la Biblia –no pastor o líder religioso alguno- la que tiene poder para sobreedificar en nosotros un edificio de fe, necesaria para nuestra salvación.

Si sabemos que Cristo es perfectamente uno con la Biblia, entenderemos que nuestra relación con Cristo debería ser la misma que nuestra relación con la Biblia. Cristo –al igual que la Biblia- es uno ayer, hoy y siempre.

La Biblia es el medio de comunicación entre Cristo y sus discípulos
En el capítulo 14 de Juan, Jesús les dice a sus discípulos que él está a punto de ir al cielo, y que ellos significará una separación en términos de presencia física. Pero Jesús agrega algo más: les dice que desde ese momento en adelante, desde el instante en que él se separe de ellos, establecerá un nuevo tipo de relación.

El asunto es difícil de comprender por los discípulos. Ellos no entienden cómo podrán verlo y tener comunión con él, si está a punto de irse.

Repasemos el pasaje. Cuando los discípulos le piden a Jesús que les muestre al Padre, Cristo se revela como uno con el Padre; Cristo les dice que quien lo ve a él, ve al Padre. Les asegura que el Padre está en él y que todas las cosas que habla, las habla en nombre del Padre, quien es el que hace las obras. Luego les dice que quien pida al Padre en nombre de Jesús, tendrá lo que recibe puesto que el mismo Cristo lo hará. ¿Cómo…? Mediante el Espíritu Santo que el mundo no puede recibir porque ni lo conoce ni lo ve.

Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis. (Juan 14:19)

Jesús es claro al afirmar que el mundo no lo verá pero que sus discípulos sí lo harán. Supremamente confundido, Judas (no el Iscariote, sino el otro), pregunta: “Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo..?” (Juan 14:22).

Aquí, Judas le está preguntando a Jesús: “¿Señor, cómo es posible que te manifiestes a nosotros, tus discípulos, y al resto, quienes no lo son, no te manifiestes..?” “¿Qué clase de comunicación mantendrás con nosotros y no con el mundo..?”

Jesús contesta:

El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amara, y vendremos a él, y haremos morada con él. (Juan 14:23)

Fíjense bien. Judas le pregunta a Jesús cómo se manifestará a sus discípulos, y Jesús le dice que solamente se manifestará a quienes guarden su palabra. Discípulo es quien guarde la palabra de Dios, la Biblia. La única manera de ser discípulo, es guardando la palabra de Dios.

Así que, “Mi palabra guardará”, es la diferencia entre el verdadero discípulo y quien no lo es. Los verdaderos discípulos de Cristo guardan la palabra de Dios.

Cuando confronté a un pastor de Asambleas de Dios acerca del diezmo, éste al no tener argumentos bíblicos para demostrar la vigencia del diezmo bajo el Nuevo Pacto, solamente atinó a decir: “Yo obedezco lo que dice la cartilla de Asambleas de Dios”. Le pregunté de nuevo si estaría dispuesto a obedecer esa cartilla antes que la Biblia, y me contestó con descaro: “Sí. Obedeceré a Asambleas de Dios antes que a la Biblia”.

En otras palabras, este pastor –al igual que todos los pastores- están dispuestos a obedecer a los hombres antes que a Dios. Están dispuestos a seguir tradiciones y doctrinas de hombres antes que los mandamientos de Dios. La razón del pastor en mención, al preferir obedecer a Asambleas de Dios antes que a la Biblia, fue rampante codicia; me dijo ‘conciliadoramente’: “hermano.. le acepto el hecho de que el diezmo no es obligatorio bajo el Pacto de la Gracia… pero si la gente, creyendo que el diezmo es obligatorio, lo da difícilmente…. Imagínese si se enteraran de que no lo es: No lo darían…!

Esta misma codicia, sea de dinero o de poder, es lo que lleva a los pastores y líderes religiosos a enseñar –contrariamente a las Escrituras- que Dios ha designado co-pastores de Cristo, hombres a quienes se les debe la misma obediencia a nuestro Señor.

Entonces, sabemos que guardar y cumplir la palabra de Dios es la característica suprema que distingue al discípulo de Cristo del resto del mundo. Guardar la palabra de Dios es la prueba suprema del amor del discípulo por Dios y la causa suprema del favor de Dios por el discípulo. De esta manera, Cristo se manifiesta al discípulo a través de la palabra de Dios, cuando es guardada y obedecida.

Y es entonces cuando ocurre una maravillosa promesa: El Padre y el Hijo vienen a la vida del discípulo y establecen su morada permanente con él a través de la palabra de Dios.

Esto significa que quien asegura ser discípulo y no obedece la palabra de Dios –la Biblia-, no tiene absolutamente ninguna relación con el Señor. Muchos “cristianos” con quienes hablo, me contestan defendiendo a sus pastores: “Si mi pastor está haciendo mal, Dios se encargará de enderezarlo…” Y la verdad, tristemente, es que Dios no tiene por qué “enderezar” nada, ya que estos que se llaman a sí mismos “co-pastores con Cristo”, son anticristos, hijos de Satanás que están extraviando a muchos. Y quienes se dejan extraviar, prefiriendo obedecer a estos hombres antes que a Cristo (la Biblia), correrán la misma suerte de sus pastores, a quienes Jesús catalogó como “ladrones y salteadores, de quien no son propias las ovejas”.

El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos con él. (1 Juan 2:4-5)

Obedecer la palabra de Dios es lo que nos distingue como discípulos de Cristo. Esta es la prueba de que amamos a Dios.

Únicamente cuando guardamos la palabra de Dios hacemos posible que Cristo se manifieste. Únicamente obedeciendo la Palabra de Dios hacemos posible que el Padre y el Hijo vengan a nuestra vida y hagan su morada en nosotros.

En resumidas cuentas, nuestra actitud hacia la palabra de Dios debe ser la misma que nuestra actitud hacia Dios. No podemos amar más a Dios que a su palabra; no podemos respetar más a Dios que a su palabra.

No podemos obedecer más a Dios que a su palabra. Quien asegure que ama a Dios y que le obedece, pero prefiere obedecer más a su pastor o a su cantante “cristiano” preferido, está mintiendo. No podemos honrar más a Dios que a su palabra; no podemos dar más lugar a Dios que el que estamos dando a su palabra.

Si usted pertenece al grupo de millones de creyentes que están diezmando, que se colocan bajo autoridad espiritual de pastores y/o apóstoles, ancianos, obispos y demás; o si pertenece a aquellos que creen estar sirviendo a Dios de manera correcta, es bueno que revisen sus creencias a la luz de las Escrituras, dedicándose diligentemente a buscar al verdadero Dios, no a aquél que sus líderes les dicen que es Dios. Cuando lo hagan, cuando busquen -de manera individual- al Dios de la Biblia, se darán cuenta de que habían estado adorando a un dios diferente a nuestro omnipotente y misericordioso Creador. Si lo hacen, podrán entender –tal y como Pablo lo hizo- que estaban sirviendo a Satanás y no a Dios.

Y que Dios se revela a quienes verdaderamente lo buscan

Ricardo Puentes M.
Octubre 26 de 2008.

miércoles, 1 de octubre de 2008

MONTESSORI.. UN MÉTODO FASCISTA


SOBRE “LA ESCUELA NUEVA”
Detrás de Montessori, Decroly o Steiner.. ¡qué más da..!


Una forista del grupo: sonartecomunidadeducativa@yahoogrupos.com.mx, me lanzó una pregunta a raíz de una aclaración que yo hice respecto a que Montessori no era antifascista sino fascista declarada, amiga de Mussolini y jefe de Instrucción Pública del régimen fascista en la Italia de Benito Mussolini. El Papa le dio su bendición al Método Montessori y, luego, don Benito lo implantó en todo sus dominios. ¿Quién lo implantó..? María Montessori lo hizo. El Método fue utilizado para los fines fascistas ya que era perfecto para adoctrinamiento en la causa.

La pregunta que me hizo Claudia, la forista, fue: “(…) tengo una inquietud, el método que existe hoy con el nombre Montessori, que seguramente ha sido filtrado por más de un siglo por las personas que lo han manejado, que promueve según entiendo la individualidad, respeta la propia motivación, incentiva que el niño aprenda a su ritmo sin comparaciones con los demás, que él mismo se de cuenta de sus errores,. El método que existe hoy en día en alguna parte esta promoviendo el totalitarismo y la religión? Hay en algo en lo que uno pueda creer tranquilo, o siempre hay un interés de control oscuro y oculto????

(Coloco mi respuesta para ampliar el debate a quien quiera hacer sus aportes al tema. Pueden suscribirse al foro en mención).

Claudia: El sistema de educación colombiano, al igual que en los países donde la Iglesia Católica ha dominado, es totalmente doctrinero; diseñado especialmente para adoctrinar a la población desde su más tierna edad. Así ha sido desde la Colonia y no ha cambiado.

La Iglesia Católica, mediante sus principales ideólogos –los jesuitas- han impregnado toda nuestra cultura, toda nuestra manera de pensar, todo nuestro imaginario, todo nuestro cosmos, toda nuestra proxémica y nuestra política.

Incluso Francisco de Paula Santander, supuestamente liberal y masón (era las dos cosas), se valió de los jesuitas para adoctrinar a las generaciones independentistas en la obediencia a los nuevos amos. Era necesario que los “libertados” no reconociesen al yugo español, sino que cambiaran de dueños y aceptaran de buena gana el pisoteo de los oligarcas criollos. La instrucción militar era esencial para los niños. En octubre de 1820, Santander dictó un decreto que contenía instrucciones de enseñar a los niños los dogmas católicos y sus deberes en la sociedad; y encontramos perlas como esta: “(a los niños) les instruirán en los deberes y derechos del hombre en sociedad y les enseñarán el ejercicio militar todos los días de fiesta y los jueves en la tarde”. “los niños tendrán fusiles de palo y se les arreglará por compañías, nombrándose por el maestro los sargentos y los cabos entre los que tuvieren mayor disposición. El maestro será el comandante”.

Es espeluznante. Y hay muchos más artículos como estos. Por eso, no debemos sorprendernos de que hoy encontremos niños reclutados por paramilitares y guerrilleros. Es una máxima católica abusar de los niños.

Años después, Tomás Cipriano de Mosquera expulsó a los jesuitas del país y decidió que el Estado, sin influencia de la Iglesia Católica, era el que debía encargarse de la educación en Colombia. Pero los curitas no lo dejaron. Después de muchas guerras, el Vaticano logró postrar al país y lo obligó a firmar el Concordato entre Colombia y la Santa Sede. En uno de los apartes de este Concordato se le entrega el manejo de la educación pública a los sacerdotes. Por eso es que antes de 1991, los curitas eran quienes decidían qué libros se podían leer, qué películas ver, que pensum implantar en las escuelas.. etc.

Algunos artículos de la Constitución de 1886 y del Concordato del 87 quedaron así:

Art. 41 (de la Constitución) “La educación pública será organizada y dirigida en concordancia con la Religión Católica”.

Art 12 (Concordato): En las universidades y colegios, en las escuelas y en los demás centros de enseñanza, la educación e instrucción pública se organizará y dirigirá en conformidad con los dogmas y la moral de la Religión Católica. La enseñanza religiosa será obligatoria en tales centros, y se observarán en ellos las prácticas piadosas de la Religión Católica.

Art 13. (Concordato): Por consiguiente, en dichos centros de enseñanza, los respectivos ordinarios diocesanos, ya por sí, ya por medio de delegados especiales, ejercerán el derecho, en lo que se refiere a la religión y la moral, de inspección y revisión de textos. El arzobispo de Bogotá, designará los libros que han de servir de textos para la religión y la moral en las universidades; y con el fin de asegurar la uniformidad de la enseñanza en las materias indicadas, este prelado, de acuerdo con los otros ordinarios diocesanos, elegirá los textos para los demás planteles de enseñanza oficial. El gobierno impedirá que en el desempeño de las asignaturas literarias, científicas y, en general, en todos los ramos de la instrucción, se propaguen ideas contrarias al dogma católico y al respeto y veneración debidos a la Iglesia.

Lo que sucede aquí, es evidente. La iglesia tiene control total sobre todo lo que se enseña y todo lo que se hace en este país (y en todos donde tiene Concordato). Por eso, da mucha risa cuando algunos pretenden hacer creer que la enseñanza del marxismo en las universidades, incluida dentro del pensum oficial, se hizo a escondidas. Marx era instrumento católico y sus enseñanzas fueron utilizadas por la Iglesia (Teología de la Liberación) para ocasionar guerras fraticidas en las naciones. Mientras por un lado los curas se colocan del lado de los opresores, por el otro se colocan del lado de los oprimidos. A ambos bandos azuzan, a ambos aconsejan, los curas se mueven en los dos bandos controlando las dos facciones: por un lado vemos a Pacho de Roux con su Cinep, pretendiendo hacerse ver como el defensor de los humildes y de los derechos humanos (un jesuita, defensor de los derechos humanos y de los humildes…! Qué risa..! Si ellos fueron los mayores esclavistas y los más perversos asesinos); por el otro, vemos a los monseñores de la Conferencia Episcopal, aconsejando al gobierno. El resultado: La guerra que estamos sufriendo.

Sin olvidar que todo, TODO, lo que sucedía en la educación (y en todo, pero éste es el tema que nos interesa por ahora), ocurría con el aval de la Iglesia, hay que analizar los siguientes hechos:

En 1914, Nieto Caballero funda el Gimnasio Moderno y años después recibe la ayuda de Montessori y de Ovidio Decroly para establecer sus sistema educativo. Todos sabemos que el Gimnasio Moderno se autoproclama masón y alejado del catolicismo, pero todos sabemos que sus creadores y sus sistemas educativos son ultracatólicos. Todos sabemos que tienen una capilla católica dentro de su campus y que ha estado regentada por monseñores de la alta jerarquía, como de Brigard. ¿Que el Gimnasio no es Católico..? Eso es un chiste..

Decroly visitó Colombia en 1925 y era muy amigo de las fascista Montessori. Ambos, impulsadores de la Escuela Nueva.

María Montessori colaboró con Nieto Caballero en el establecimiento del sistema educativo colombiano, y en las Escuelas Normales, para entrenar maestros –que a su vez entrenarían a las nuevas generaciones.

Julius Siebers y Francisca Radke, ultracatólicos ambos, se colocaron al frente de la Escuela Normal de Tunja y el Instituto Pedagógico Nacional Femenino, respectivamente. Siebers, junto a su alumno Rafael Bernal Jiménez (fundador de la Facultad de Educación de la Nacional), fueron los principales impulsadores de la “reforma educativa” iniciada por Nieto y con la ayuda de Montessori y Decroly. En ambos institutos de formación de maestros, se implementó el Método Montessori y la pedagogía de Decroly, ambas muy cercanas entre sí y con profundas raíces católicas.

Allí se formaron los maestros que han enseñado a las generaciones de nuestros padres y abuelos. Todo, repito, con la bendición papal.

Entre estos “reformadores” es difícil encontrar alguno que no sea pro clerical: López de Mesa, Nieto Caballero, Bernal Jiménez, Socarrás, etc. Todos destilan catolicismo. Y no hay que culparlos… no tenían otra opción.

A lo largo de la historia de la educación en el país, han ocurrido muchísimas reformas, pero éstas siempre han quedado en manos de los mismos catedráticos. Ha cambiado la forma.. pero el fondo sigue siendo el mismo. Y el fondo siempre ha sido adoctrinar.

A pesar del caparazón “reformista” de la Escuela Nueva, las cosas no cambiaron en la práctica. Los discursos de profesores y rectores universitarios estaban recargados de lirismo prorrománico y épico; algo totalmente opuesto a las premisas formadoras del supuesto desarrollo.

El control de la educación siempre ha provisto a los jesuitas de herramientas para sus fines. Así, el antisemitismo en Estados Unidos es explicado en documentos alemanes nazis. Las disposiciones del Vaticano y los jesuitas, hacia los judíos en la preguerra pueden resumirse en un documento que reza así:

Estudiando la evolución del antisemitismo en los Estados Unidos, notamos con interés que el número de radioescuchas del padre Coughlin (jesuita), conocido por su antisemitismo, sobrepasa los 20 millones” (Secret archives of the Wilhelmstrasse, Berlin: Documento 83-26 19/I, 25 de enero de 1939)

Los jesuitas han hecho lo que se han propuesto, siempre. Nuestro país ha estado en eternos conflictos armados porque desde las escuelas y desde los púlpitos ellos han adoctrinado personas para hagan lo que han hecho.

Donde quiera que los intereses del Vaticano requieren de que la gente se rebele contra un rey o un gobernante incómodo para la Santa Sede, ésta sabe que no encontrará gente más capaz para la intriga, el asesinato y la rebelión abierta, que los jesuitas.

Así que, el que un método tenga vestido de libertad y adelanto, no significa que lo sea. Y menos si este método ha tenido la bendición papal para su implantación, como los de Montessori, Steiner y Decroly, entre muchos otros.

El reformismos originado hacía fines del siglo XIX y comienzos de XX, tuvo nombres como los de Dewey en los EEUU, Montessori en Italia, Decroly en Bélgica, Ferrière en Francia, y otros (casi todos amparados por la Santa Sede). Ellos se inventaron métodos diversos, muchos de los cuales aún persisten. Millones de maestros han sido adoctrinados con estos métodos y hoy se hacen llamar “reformistas”, “innovadores”, “contestatarios”, “de avanzada”, etc. Todos creen estar haciendo denuncia social, renovación pedagógica y mucho más.

Si se observa, empero, el transfondo de todos estos métodos, se ve que siguen siendo dictatoriales; no sirven al propósito para el cual supuestamente fueron creados. Y a pocos les importa que un método patrocinado por Mussolini –por ejemplo-, el Montessori, tenga el descaro de publicitarse como una vía para la libertad. ¡Eso es ridículo…! Y más ridículo que educadores pretendidamente revolucionarios, libertarios, lo defiendan a capa y hoz.

La realidad, es que estos métodos solamente son nuevas herramientas para hacer el mismo viejo y sucio trabajo: adoctrinar para la obediencia ciega. La Escuela Nueva de Decroly, Montessori o el método Steiner solamente es un cambio de nombre para la poderosa y vieja maquinaria que ha mantenido a las personas en su ignorancia y oscurantismo intelectual y espiritual.

Un modelo supuestamente “libre”, como el Montessori, impone sus técnicas psicológicas fascistas de adoctrinamiento para inculcar la religiosidad romana en los párvulos. Otro sistema de “avanzada”, como el de Steiner (el “waldorf”) impregnan de espiritismo y superchería medieval las mentes fácilmente impresionables de los niños.

Un modelo “libre” en realidad es impuesto a la fuerza en colegios, jardines y universidades en una especie de dictadura filantrópica

Estos métodos han sido y serán clasistas en sus objetivos; no son libres sino que hacen esclavos; no es un modelo “natural” sino que son impuestos desde la sombra. En todos estos modelos se pregona la libertad de aprendizaje, pero el maestro siempre estará vigilando y controlando el proceso “natural”, que no es más que un experimento que pretende redituar a los de siempre. Este proceso “natural” está lleno de controles, evaluaciones y mediciones; estos modelos “naturales”, cuando se salen del cauce programado, serán intervenidos y el profesor hará las “correcciones” necesarias para que lo “natural y espontáneo” siga fluyendo “libremente.

La Escuela Nueva, esa del método Montessori, del de Steiner o del de Decroly, sigue reproduciendo en sus aulas la desigualdad social. Nunca he visto en ninguna de esas escuelas –costosas, además- nada que realmente eduque al hombre para resolver la injusticia social (y no hablo de rebelión armada, que quede claro).

Debido, precisamente, a que estos métodos “progresistas” no cambian nada en absoluto, es que los gobiernos adoptan sus propuestas metodológicas y fingen darle un vuelco progresista al sistema educativo pero, en la triste realidad, esas ‘mejoras’ solo son un embellecimiento externo de algo que está podrido desde su interior.

Los sistemas educadores “reformistas” se inventan cuanto sea necesario para que la gente les crea sus santas intenciones: cambian métodos de calificación, eliminan las tareas o las transforman en “guías de trabajo”, permiten la consulta de libros durante los exámenes, impulsan los trabajos “analíticos” y de síntesis, pregonan que ya no van desde lo particular a lo general sino al revés, que ya no califican conocimientos sino aptitudes o actitudes, que ya no se memorizan cosas sino que se aprenden ‘conceptos’ y muchas más tonterías que los padres –todavía más tontos- se siguen creyendo.

Si se observa con cuidado, las cosas no cambian: las memorizaciones (de conceptos o conocimientos) continúan, y continúan siendo impuestas por el profesor; las calificaciones siguen, ya sea con una A, con un 10 o con un 5, es igual, las mediciones siguen. Son estas mediciones las que permiten evaluar qué tan bien está siendo amaestrado el infante. Son estas mediciones las que le enseñan desde pequeño a competir y no a compartir, a jerarquizarse, a someterse a una autoridad humana (profesor, rector) que le dirá al niño si está bien o mal en su proceso; son estas mediciones las que le enseñarán que no somos iguales y que, a pesar de lo que se diga, los escalones existen. El éxito se mide por cuántos escalones se esté encima de los demás, de los fracasados. La libertad de criterio queda sujeta al criterio del calificador. El examen calificador prepara a los borregos del futuro para que se ubiquen donde deben en la escala social, dominando o siendo dominados. ¡Bonita reforma de la sociedad..!

Las famosas escuelas “libres” que utilizan los métodos ya mencionados, y que se autopregonan como “antiautoridad”, “reformadora”, “anarquista”, etc., han sido implantadas “no oficialmente” en países anglosajones de tradición protestante, y poco a poco han sido inculcadas en ámbitos estatales a modo propio (técnica jesuita).

El resultado, un falsa idea de que por fin se ha encontrado un método para hacer hombres libres, una escuela “ideal” donde las fronteras no existen y donde se puede empezar a recrear el sueño añorado de la libertad verdadera. Pero estas escuelas y métodos, como bien lo muestran sus orígenes, alianzas y benefactores, son otra forma de crear servidumbre y mediocridad. Stalin tenía esas escuelas, Castro también, Pinochet, Hugo Chávez, Mao, Mussolini, Hitler y demás, las implantaron en sus dictaduras totalitarias. El socialismo en el mundo entero hace creer que produce hombres libres y la estupidez del hombre impide ver qué clase de libertad es la que pregona este socialismo: la China de Mao asesinó millones de intelectuales, lo mismo Stalin; Castro hizo lo propio y ni que decir de los regímenes socialistas-nacionalistas de Hitler y Mussolini, éste último amigo de la Montessori y principal propagador de su método pedagógico en todo su imperio. ¡Y los seguidores de la Montessori tienen el descaro de afirmar que con su método se forman hombres libres…!

Bajo la excusa de que “el arte libera”, en estas escuelas se hace énfasis en la música, la pintura, la danza. ¡Qué imbecilidad..! Como si los músicos, pintores y bailarines fueran hombres verdaderamente libres.

Lo que hace la inclusión de las artes en este sistema, es darle apariencia de que no hay represión. Fidel Castro y Stalin han sido maestros en esto; mientras tienen sometidos a la pobreza y el hambre a sus pueblos, impulsan la enseñanza de las artes y el deporte en sus dictaduras. Serán los mejores atletas, médicos o músicos, pero seguirán siendo esclavos, como cualquier bufón de la Edad Media, o cualquier curandero judío de la Corte española de Fernando e Isabel.

La dictadura se impone en estos sistemas, de una manera un poco más soterrada. Igual, no se permite el criterio diferente al criterio “libre” que se impone en el método. El maestro toma el lugar de un dios y reemplaza a éste en las normas a seguir en la casa y en la escuela; los padres, inermes, también son llevados por los profesores a continuar con este método “libre” en casa, bajo estricta supervisión y control “libres”.

Quien quiera estudiar en una de estas “Escuelas Libres” tiene que aceptar a la fuerza sus directrices “libres”. Si no lo hacen pierde su oportunidad de ser libre a la fuerza. A los estudiantes de esos centros de enseñanza y a los padres de los niños, se les obliga a creer que allí son libres. La democracia es impuesta y no hay derecho a la réplica. Son obligados a creerse el cuento.

Los profesores “antiautoritarios” siguen subordinando a los niños y padres “libres”, y son ellos quienes toman el control y el poder del método. Dicen estos profesores antiautoritarios –como asegura nuestra ilustre amiga del Instituto Montessori- que ellos están bajo la autoridad de los alumnos. Cuando lo cierto es que esa aparente subordinación es la que usan para controlar a sus alumnos y enseñarlos a obedecer. Hipocresía jesuítica en su forma más pura.

Aquí en este foro podemos ver montoneras de “educadores libres” que quieren imponer unos métodos que antes impuso Mussolini; vemos otro que quiere llenar las cabecitas de los niños con historias de duendes, brujas, nibelungos, ángeles y arcángeles caídos o levantados, cuentos de marcianos que vendrán en sus naves a llevarnos a Marte o a Plutón donde no puede sobrevivir ni una cucaracha; otra que cada semana nos envía panfletos de jesuitas donde se autoproclaman adalides de la educación (ellos, los causantes de nuestra esclavitud y miseria), otros que insisten en que el camino es Petro y que, por eso, hay que llevar a nuestros niños a las escuelas públicas –hoy en manos de la guerrilla-, para criar buenos revolucionarios. ¡Qué miedo..! Así fue que un judío (Hitler) pudo matar a miles de miles de otros judíos; los llevó al matadero y ellos se dejaron llevar.

En todos los casos, tanto en la Escuela Libre como en la “no libre”, los métodos consiguen que se transplante la responsabilidad de los padres de educar a sus hijos, hacia la figura de autoridad del maestro. Un maestro adoctrinado hará lo justo para adoctrinar alumnos; es un principio sencillo.

Así que, mi estimada Claudia, los métodos sirven a sus propósitos.


Ante la pregunta de si quienes aplican los métodos son conscientes de que sirven a sus creadores totalitaristas, honestamente tengo que responder que no siempre. Mis abuelos, como educadores normalistas que eran, deformados con Montessori, Decroly y unos alemanes cuyo nombre no recuerdo, creían firmemente que estaban haciendo el bien. Por supuesto, educaron varias generaciones que han servido para propósitos no ideales. Sinceramente equivocados.
Respecto a la pregunta de si estos métodos promueven el totalitarismo o la religiosidad, yo creo que sí.


En cuanto a si existe algo en lo que uno pueda creer tranquilamente, sin temor de intereses de control oscuro, te diré que sí existe. Pero no encontrarás ese “algo” en ningún método educativo, ni en ningún partido político, ni en ninguna logia, ni en ningún colegio, ni en ningún líder espiritual humano. Busca tu Biblia. Allí lo podrás encontrar.

Ricardo Puentes M.
Octubre 01 de 2008.

viernes, 5 de septiembre de 2008

EL NUEVO NACIMIENTO




EL NUEVO NACIMIENTO…
¿QUÉ ES..?


De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios.
(Juan 3:3)

Como primera medida, es interesante tener en cuenta que la palabra griega para “de nuevo”, se debería traducir literalmente como “de arriba..” El texto de Juan 3:3, quedaría así:

De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de arriba, no puede ver el reino de Dios. (Juan 3:3)

¿Qué significa, entonces, nacer de arriba, o nacer de nuevo..?

Antes de contestar esto, remontémonos a algunos antecedentes.

Nicodemo, un principal entre los fariseos, se había acercado a Jesús y le dijo que reconocía que él venía de Dios porque hacía muchos prodigios. Jesús le contestó que, realmente, Nicodemo no podía entender cabalmente que el reino de Dios había llegado. Y no podía entenderlo porque no había nacido de “arriba”, no había sido iluminado desde el cielo para comprenderlo totalmente.

Como el resto de judíos, Nicodemo creía sinceramente que cuando llegara el Mesías y su reino fuera establecido, él estaría automáticamente dentro, sin hacer nada para ganarlo. Nicodemo creía que, por ser descendiente de Abraham, tenía derecho legal para formar parte del Reino prometido de Dios. Pero Jesucristo le dijo que eso no era así, que era necesario tener un nuevo nacimiento, un nacimiento “de arriba” para poder entrar al Reino esperado durante miles de años.

Jesús le estaba diciendo a Nicodemo que de nada valía su nacimiento como judío, descendiente de Abraham, para ser salvo. De nada serviría pertenecer a la comunidad religiosa del momento. Él al igual que el resto de la humanidad, había nacido en pecado y no alcanzarían por sí mismos la salvación:

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Romanos 5:12)

Nadie en el mundo ha nacido exento de pecado. Todos nacemos con la marca indeleble del pecado heredado de Adán.

Porque la paga del pecado es muerte, (Romanos 6:23)

El salario merecido por nacer con pecado, es la muerte.

Quien asegure que no tiene pecado es un mentiroso, y está llamando mentiroso a Dios, tal y como asegura la Biblia:

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. (1 Juan 1:8,10)

Así que, habiendo nacido bajo pecado, merecemos la muerte y no hay posibilidad de salvación….. A menos que pudiéramos nacer de nuevo. Y la única manera de hacerlo es por medio de un poder sobrenatural, no para nacer de nuevo mediante la reencarnación, otra vez de un ser humano pecador, sino que este poder sobrenatural, ciertamente puede hacer que nazcamos de arriba.

Nacer de arriba… ¿Cómo…?
La frase, “nacer de nuevo”, como ya lo vimos, estaría correctamente traducida como “nacer de arriba” e indica la intervención directa y sobrenatural, como es la obra del Espíritu Santo.

Según las doctrinas básicas del cristianismo, registradas en Hebreos 6, después del arrepentimiento, el siguiente paso hacia la salvación es la fe; y ésta se logra únicamente mediante escuchar atentamente y obedecer la bendita Palabra de Dios. La fe no se obtiene escuchando a un pastor, ni escuchando una emisora “cristiana” ni viendo algún canal de televisión pretendidamente cristiano. La fe únicamente se consigue mediante el estudio personal de la Biblia, sin intermediarios de ninguna clase; sólo usted y las Escrituras. Nada más.

Mientras se está consolidando la fe –mediante nuestro estudio personal y sincero de la Biblia-, siempre orando a Dios para que nos guíe, algo dentro de nosotros se va gestando, algo va siendo implantado: La semilla de Dios:

Pedro describe a los cristianos como “siendo nacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre..” (1 Pedro 1:23)

Pedro nos está diciendo que los cristianos somos nacidos de simiente (semilla) incorruptible; y también nos dice que éste nacimiento lo produce las santas Escrituras, la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Como todos sabemos, es un principio de la naturaleza que el tipo de semilla sembrada determinará el tipo de vida que nacerá de ésta. Una semilla corruptible de frijol hará que nazca una planta corruptible de frijol. De igual manera, la semilla incorruptible y eterna de la Palabra de Dios, hará que produzca en nosotros vida divina, incorruptible y eterna.

Ese nuevo nacimiento, ese nacimiento “de arriba” es producido por la Palabra de Dios:

Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.. (Santiago 1:18)

Dios, por su propia iniciativa y deseo, hace posible que nosotros no llevemos la simiente corruptible de Adán y Eva sino que, por su acción sobrenatural, nazcamos de nuevo, “de arriba” por medio de su Palabra –la Biblia- para que seamos salvos. Sin ese nuevo nacimiento nunca podremos ser salvos. Sin estudiar y obedecer la Palabra de Dios, nunca podremos ser salvos.


Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. (1 Juan 3:9)

Juan está relacionando directamente la vida victoriosa del cristiano que ha vencido al pecado, con la naturaleza incorruptible y sobrenatural de la semilla que produce esa vida dentro de él: es la mismísima semilla de Dios. Como la simiente es incorruptible, la vida que genera también lo es; así como la simiente es pura y santa, también lo es la nueva naturaleza del renacido, del nacido de arriba.

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4:22-24)

Cuando un creyente está permitiendo que la Palabra de Dios actúe dentro de él, en su interior surge una naturaleza completamente nueva: Pablo la llama el nuevo hombre, y la compara con la “vieja naturaleza”, la que tenía antes de escuchar la Palabra de Dios. Esa vieja naturaleza es corrupta, depravada y caída, y domina totalmente a aquella persona que NUNCA ha nacido de nuevo.

Muchos creyentes sinceros consideran que han nacido de nuevo cuando el pastor, u otra autoridad jerárquica eclesiástica los ha tocado. Esto es falso. El nacimiento “de arriba” no puede provenir por la acción de ninguna persona. Es una acción sobrenatural originada en el mismo Dios y transmitida directamente a quien lo busca. No hay intermediarios humanos en el proceso. El único que lo hace posible es Cristo.

La clase de vida que lleve cualquier cristiano nacido de nuevo, es el resultado de esa interacción o lucha entre los dos hombres o naturalezas: la vieja naturaleza del pecado y la nueva naturaleza incorruptible, “de arriba”. Mientras el viejo hombre sea mantenido en sujeción, y el nuevo hombre ejerza apropiado control sobre él, hay rectitud, hay victoria y paz. Por otro lado, cuando se permite al viejo hombre tomar el control, el resultado es el fracaso, la derrota, el pecado y el remordimiento.

El éxito o el fracaso en esta lucha, depende de cuánto estemos dispuestos a obedecer a Cristo. Las buenas noticias son que quien quiera conservar su nuevo nacimiento, tendrá toda la ayuda sobrenatural que requiera para salir victorioso. La posibilidad de éxito es real; las luchas eternas y tormentosas que experimentan millones de creyentes (que no han nacido de nuevo) serán cosa del pasado cuando experimenten REALMENTE, el Nuevo Nacimiento que solamente es posible cuando escuchamos la Palabra de Dios –la Biblia- y la obedecemos.

Una vez esa semilla ha sido implantada, y una vez hemos nacido de “arriba”, la labor continúa. Nuestro crecimiento hacia la perfección, hacia la total salvación sigue. No se trata de pensar: “Bueno… ya estudié algo de la Biblia y experimenté ese nuevo nacimiento… Ya hice todo.. Soy salvo..”

El escritor de Hebreos advierte contra el peligro de pensar así:

Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. (Hebreos 5:12-14)

Aunque es apenas natural que en los primeros días de nuestro acercamiento a Dios necesitemos de alguna guía humana, la Biblia nos dice que esa dependencia perpétua no es sana y que todos deberíamos ser maestros en la Palabra. Sin embargo, en todo el mundo vemos que millones y millones de creyentes siguen necesitando de guía humana; acuden donde los pastores y demás jerarcas pidiendo dirección para todos los actos de su vida. Además, los pastores –que no son nombrados por Dios sino que son “salteadores y ladrones”, como bien los describió Jesús, se llenan los bolsillos con la dependencia total de las personas hacia ellos. Y, cuando no es el dinero lo que los mueve a mantener bajo obediencia a las personas (ellos lo llaman “cobertura”), es el deseo de sentirse importantes… es el deseo de poder, es la codicia de ocupar un lugar que no les corresponde: el lugar de Cristo.

Solamente quien escuche a Cristo –no a los pastores y demás anticristos-, tendrán potestad de ser llamados hijos de Dios, serán nacidos de “arriba”.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engrendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Juan 1:11-13)

Ningún ser humano tiene potestad ni voluntad para hacer que otro nazca de nuevo. Ni siquiera tiene voluntad para nacer él mismo de nuevo. El único que tiene esa voluntad y poder es Dios. Cuando los jerarcas religiosos dan “toques de nuevo nacimiento”, están burlándose de Dios y suplantándolo. Recibir a Cristo es nacer de nuevo, nacer de “arriba”. Y esto solamente se produce, como ya lo vimos mediante la acción sobrenatural del Espíritu Santo que actúa cuando la persona escucha la Palabra de Dios, la acepta y la obedece. No se puede nacer de nuevo mediante el toque de un pastor ni escuchando sus predicaciones. Se nace de nuevo escuchando atentamente la Palabra de Dios.

La clave está en recibir personalmente a Cristo. El ser engendrados por Dios significa que se ha “nacido de nuevo”. Sin esta experiencia definida, nadie puede esperar nunca entrar en el reino de Dios, porque dice:

De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios
. (Juan 3:3)

El reto de responder al evangelio, recibiendo personalmente a Cristo, es respaldado por una promesa de Jesús mismo:

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)

Siempre se requiere de una respuesta personal, basada en la fe. Y no se puede tener fe si no se ha estado estudiando la Palabra de Dios durante un tiempo –que puede ser de horas o días, pero no de meses, según nos muestra el ejemplo bíblico-.

“Nacer de arriba” no es caerse al piso y retorcerse y babear como endemoniado cuando un predicador sopla sobre nosotros o nos toca teatralmente con su índice. Tampoco es hacer una “oración de fe” porque las palabras contenidas en este tipo de oraciones no están basadas en una respuesta originada en la fe que se produce mediante entender y obedecer la Palabra de Dios.

Tampoco se puede salvar a otras personas. Cada uno recibe su propia salvación, que depende de la respuesta ante el evangelio. Cada uno debe realizar ese acto por sí mismo.

“Nacer de arriba” es un regalo de Dios
La muerte nos llega como salario merecido; la salvación nos llega como regalo inmerecido de Dios. La gracia comienza con una operación milagrosa del Espíritu Santo dentro del corazón de cada creyente.

El resultado de esta operación se llama NACER DE NUEVO, o NACER DEL ESPÍRITU. Y esta experiencia se describe proféticamente en el Antiguo Testamento cuando el Señor dice a los israelitas:

Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne.
(Eze 36:26)

Al tener un corazón nuevo, cambiado y transformado por la acción sobrenatural del Espíritu Santo, mediante la exposición del creyente a la Palabra de Dios, se produce un cambio interior, un NUEVO NACIMIENTO, cuyos efectos son también descritos en Jeremías:

He aquí, vienen días -declara el Señor- en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, (Jer 31:31)

Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días -declara el Señor-. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. (Jer 31:33) (BLA)

Ese “nuevo pacto” prometido por el Señor, es ese pacto de la gracia mediante la fe en Jesucristo, que hoy llamamos el Nuevo Testamento.

Ese Nuevo Pacto –o Nuevo Testamento- eliminó totalmente el Viejo Pacto de la Ley con todas sus ordenanzas, sacrificios, sistemas de adoración y demás. Bajo ese Nuevo Pacto ya no tiene vigencia el diezmo, la clase sacerdotal especial, los pastores (gobernantes), los templos hechos de manos humanas, los sacrificios, los días sabáticos y demás. Todo eso quedó atrás y ahora, bajo el Nuevo Pacto, es Dios –en persona- quien conduce a cada creyente en particular y a su iglesia en general, hacia la verdad. Ya no se necesitan de pastores porque, además, ellos estaban desangrando a las ovejas del Señor, engordándose a costa de ellas y maltratándolas enseñoreándose sobre ellas sin haberse ganado ese derecho porque nunca habían muerto ni morirían por ellas.

Así, quien quiera estar guiado solamente por el Espíritu Santo, demostrará que ha nacido de nuevo:

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Romanos 8:14)

Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. (Gálatas 5:18)

Esto quiere decir que los verdaderos creyentes, los verdaderos hijos de Dios, son guiados por el Espíritu de Dios, no por líderes religiosos; eso es lo que los distingue como hijos de Dios. Y el hecho de que estén guiados por el Espíritu de Dios, significa que tales personas no están bajo la ley.

En otras palabras, la prueba de ser un verdadero hijo de Dios –uno que ha nacido de “arriba”- por la fe en Jesucristo, es que uno sea guiado por el Espíritu de Dios. Si uno es guiado por el Espíritu de Dios, entonces no está bajo la ley. Por lo tanto, es imposible ser un hijo de Dios y, al mismo tiempo, estar bajo la ley. En otras palabras, quienes están bajo ley, no son hijos de Dios. Quienes estén bajo sujeción espiritual de otros hombres, no son hijos de Dios, no han nacido de nuevo.

Y usted… ¿está dispuesto a nacer de “arriba”…?

Si la respuesta es afirmativa, tome su Biblia y empiece.



Ricardo Puentes M.
Septiembre 05 de 2008.

lunes, 18 de agosto de 2008

LA SANIDAD FÍSICA



LA SANIDAD QUE VIENE DE DIOS
¿Es posible ser sano físicamente..?


He aquí que yo les traeré sanidad y medicina;
y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

(Jeremías 33:6)

Conocí a Bertha Barreto cuando asistía a una denominación de Asambleas de Dios conocida como “Vida para las naciones..” Era una mujer alegre, fuerte y que estaba convencida de que demostraba su fidelidad con Dios asistiendo a esta denominación, diezmando y ofrendando regularmente. Yo sabía que tenía un tipo de cáncer muy peligroso, pero ella continuamente vivía diciendo que “Soy sana en el nombre del Señor..” Pero yo veía totalmente lo contrario… su salud se deterioraba cada día más aunque Bertha se empecinara en decir lo contrario.

Cuando yo ingresé a esa denominación, ya estaba empezando a estudiar la Palabra de Dios y sopesaba con ella todo lo que me decían los pastores, encontrando que estos jerarcas estaban mintiendo.

Recuerdo vívidamente que al pastor de dicha denominación se le ocurrió un día recoger dinero para comprar equipos de sonido nuevos, micrófonos, piano, guitarra batería y otras cosas “para alabar al Señor”. Para esa misma época, yo ya tenía muy claro que este pastor –igual que los demás- no era sino un hombre ambicioso que escudaba su codicia bajo la excusa de “las cosas son para el Señor”; era un haragán que remodeló su casa y la equipó con electrodomésticos costosos, todo con dinero de los fieles, mientras aseguraba con la Biblia en la mano que “Dios me bendice y me prospera..”.

Para la misma fecha, un joven líder de la iglesia se me había acercado manifestándome su inconformidad con las cosas que sucedían allí, bajo la mirada displicente del pastor que solamente quería llenar la iglesia para aumentar los diezmos y las ofrendas, aún a sabiendas de que tales cosas no eran enseñanza neotestamentaria. El joven en cuestión había llegado al límite porque cada día la Palabra de Dios confrontaba los comportamientos del pastor y los suyos propios. Con lágrimas en los ojos, me dijo que quería profundizar en la Palabra de Dios ya que era evidente que sus estudios avanzados en el Seminario de Asambleas no aportaban nada al real entendimiento de la Biblia.

Muy pronto, este joven se dio cuenta de que su cargo de líder –segundo después del pastor- eran “basura”, como dijo Pablo. Me comentó que estaba muy preocupado por Bertha ya que era viuda y le habían embargado su casa. Además, a pesar de su cáncer, estaba saliendo a vender arepas en horas de la noche, soportando el inclemente frío bogotano.

Hablé con el pastor al respecto y le dije que, en cambio de destinar esos dineros para los instrumentos musicales, yo estaba convencido de que a Dios le agradaría mucho más si se le ayudaba a Bertha, ya que era una viuda sin casa, enferma y pobre. El pastor me dijo que si Bertha estaba pasando por esa situación, era problema de ella.. “es la propia lucha de ella.. es el trato de Dios con ella.. ”, me aseguró con indolencia.

Yo me sentí realmente asqueado pensando en todos los muebles y electrodomésticos que el pastor había acabado de comprar, aparte de los instrumentos musicales adquiridos solamente para que él se luciera como “adorador”, cantante con todas las de la ley. Y se lo dije.

El pastor aprovechó el momento y me expulsó –muy amablemente, hay que decirlo- de la iglesia y amenazó al joven con hacer lo mismo si seguía estudiando la Biblia conmigo. No hubo necesidad de esa segunda expulsión ya que el joven jamás regresó.

Al siguiente día visitamos a Bertha y le ofrecí considerar la Biblia y cotejar sus creencias con la Palabra de Dios. Le dijimos que era falso que los milagros se compraran con dinero, tal y como enseñaban allí, y estos eran una dádiva de Dios. Vimos algo por encima y ella quedó muy impactada. Le pedimos que nos dejara ayudarla a vender sus arepas mientras ella cuidaba de su salud. Bertha nos dijo que regresáramos al siguiente día.

Según nos enteramos, el pastor la visitó –nosotros le habíamos advertido a él que la visitaríamos- y le dijo que tuviera mucho cuidado conmigo porque mis enseñanzas eran provenientes de Satanás y no tenían sustento bíblico. También le dijo que no era gratuito que César Castellanos me hubiera lanzado maldiciones ni que me hubieran expulsado de la iglesia de Eduardo Cañas. Le aseguró que ella ya era sana porque así lo había profetizado Hugo Leyton (un timador de esa iglesia que asegura ser profeta y sanador) y en numerosas ocasiones ella había sido “tocada” por el Espíritu Santo, cayendo al piso y convulsionándose mientras él (el pastor) la ministraba.

Bertha nunca más nos recibió. Murió hace unos meses, víctima de una neumonía que le complicó su cáncer. La neumonía la adquirió por exponerse a vender sus comidas soportando el frío de la noche. Murió ante la indolencia de este hombre que decía que “lo de Bertha es un trato entre ella y Dios..” Que Dios le tenga misericordia a este hombre.

Si Bertha estaba tan convencida de que Dios la había sanado, y asistía regularmente a los oficios de su denominación; si había pagado mucho dinero por su milagro y había sido “tocada” por el Espíritu Santo, ¿Qué sucedió…? ¿Por qué murió Bertha..? ¿Qué ocurrió con la fe de Bertha..?

El proceso de sanidad
La Biblia nos asegura que Dios nos provee sanidad espiritual y física, y que esta es completa.

La Biblia nos dice y nos muestra que Dios sí sana. Pero esta sanación interna y externa tiene que ver con la conversión… con la verdadera fe.

Como ya lo hemos expuesto en varias ocasiones, fe no es creer en todo lo que a nosotros nos parezca. Si un católico cree que la virgen María es la mediadora, tal creencia no es verdadera y los milagros provenientes de esta creencia no proceden de Dios. De igual manera, si un devoto de la “santa Muerte” cree en sus poderes, esto no tiene nada que ver con al fe bíblica, independientemente de si ocurren portentos o no, en nombre de estos falsos dioses.

La fe bíblica se relaciona directamente con la Palabra de Dios.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:17)

La fe se produce únicamente por el escuchar atentamente la Palabra de Dios. Es un proceso que requiere de un tiempo mínimo. La fe siempre está relacionada con la Palabra de Dios, y tiene que ver directamente con ella.

Hágase conmigo conforme a tu palabra. (Lucas 1:38)

Ese es el secreto de la fe bíblica: Conforme a tu palabra. La fe bíblica se forma dentro del alma escuchando la palabra de Dios, y se expresa pidiendo el cumplimiento de lo que Dios ha dicho. Fe es creer que Dios cumplirá lo que ha dicho en su Palabra. Y, para creer, necesitamos escudriñar, escuchar atentamente la Palabra de Dios.


Así, si un pastor nos dice que si damos dinero a Dios, él nos hará milagros, es nuestra obligación investigar esto en la Biblia, mucho más allá de un par de textos sin contexto que ellos citan siempre para engañar a las personas. Es más, si investigáramos la Palabra de Dios, nos daríamos cuenta de que ningún hombre puede colocarse por encima de otros hombres a nivel espiritual, así que ya no habría razón para acudir a las denominaciones donde estos hombres (pastores, profetas, apóstoles, etc) se yerguen sobre los demás asegurando que tienen la autorización de Dios para hacerlo.

Sin embargo, sabiendo que la fe es un proceso que nace y crece por acción de escuchar y obedecer atentamente la palabra de Dios, nuestro estudio personal de las Escrituras debe ser juicioso y regular; debe ser un asunto entre Dios y cada individuo, sin intermediarios humanos que obliguen a creer cualquier cosa que a ellos les parezca.

Así que la fe, nacida de escuchar la Palabra de Dios, es esencial para cualquier transacción positiva entre Dios y el alma humana:

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11:6)

¿Es posible tener sanidad física aquí y ahora…?
La Biblia nos asegura que sí es posible. La bendita Palabra de Dios es tan completa y perfecta, que no sólo nos provee fe, nuevo nacimiento y alimento espiritual, sino que, además, obra milagrosamente en nuestra salud y fortaleza físicas.

¿Cómo...? ¿De qué manera puede actuar la Palabra para sanidad física..?

Hijo mío, está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.
No se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón;
Porque son vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
(Proverbios 4:20-23)

La sanidad física es una promesa de sanidad explícita, amplia y sin ningún equívoco. Dios promete sanidad física y espiritual a sus hijos, es decir, a quienes hemos nacido de nuevo, aceptando por fe la sangre salvadora de nuestro Señor Jesús.


Note los pasos que se describen para tener sanidad.


Está atento a mis palabras.Es necesaria una atención detenida y cuidadosa cuando leemos la Palabra de Dios. Muchas veces, mientras leemos la Biblia, nuestra mente está en otra parte. Por eso, Jesús nos aconsejó retirarnos a un lugar privado para dejar las cosas del mundo afuera mientras estamos con Dios. Por otro lado, atender las palabras de Dios, no solamente implica escucharlas. También significa actuar conforme a ellas, obedecerlas.

Inclina tu oído. Inclinar el oído significa tener humildad. Y ser humilde es lo contrario de ser orgulloso y altanero. Debemos ser sumisos ante la enseñanza de la palabra, debemos estar dispuestos a permitir que Dios nos enseñe. Si leemos Salmo 78: 41, el salmista habla de la conducta de los israelitas mientras vagaban por el desierto y les acusa de limitar al Santo de Israel. Hoy, muchos cristianos hacen lo mismo, se acercan a la Palabra de Dios con ideas preconcebidas, inculcadas por filosofías de hombres enseñadas en sectas o denominaciones “cristianas”, y no están dispuestos a aceptar lo que la Palabra de Dios tenga que decirles, si ésta contradice sus preconcepciones, sus propias ideas fijas. Los israelitas, según el salmista, impidieron con esta actitud, que Dios actuara en ellos como él quería. Jesús también acusó a los líderes religiosos de su época de esta actitud: “Así habéis invalidado el mandamiento de Dios, por vuestra tradición (...) pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”. (Mateo 15:6,9) Llegamos a creer cosas absurdas, como eso de que Dios vende sus milagros, o que Dios ha nombrado hombres, intermediarios entre Cristo y los hombres, todo eso sin respaldo bíblico. Cabe preguntarnos si ¿en nuestra iglesia o denominación, se da más importancia a las tradiciones y mandamientos de hombres que a la palabra de Dios..? ¿Estamos honrando en VANO a Dios...? Pablo lo hacía, sin embargo, después de su experiencia en Damasco, pudo escribir en Romanos 3:4: “antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso..”

No se aparten tus ojos. Es necesario mantener los ojos fijos en la Palabra de Dios, en sus promesas sin mirar el caso de otros creyentes que no han obtenido sanidad. Cuando uno quita su vista de la Palabra y la fija en las sanaciones frustradas, la fe vacila y esto hace que no recibamos la nuestra. En Santiago 1:6-8, el escritor nos advierte de la situación y la compara con alguien que es de doble ánimo y, por ende, que no recibirá nada del Señor. ¿Por qué no se sanan algunos...? Por falta de fe y, también, por decisión autónoma de Dios, como el caso de Pablo quien vivía con una “espina en la carne”. Deuteronomio 29:29 nos dice que esas cosas secretas sólo le pertenecen a Dios. Por otro lado, dice que las cosas reveladas les pertenecen a los hombres. La sanidad física ha sido revelada al hombre y por ello nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos PARA SIEMPRE.

Guárdalas en medio de tu corazón porque son vida a los que las hallan y medicina a todo su cuerpo. La palabra usada aquí como “medicina”, se refiere tanto a nivel espiritual como físico. La sanidad es, pues, física y del espíritu. Se nos dice que sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida. Es decir, que lo que está en nuestro corazón es lo que gobierna el curso de nuestra vida. Si le damos entrada regular a la palabra de Dios dentro de nuestro corazón, descubriremos que las palabras de Dios son exactamente como él nos ha prometido: vida para nuestras almas y salud para nuestro cuerpo.

Para el pueblo hebreo, Dios era la fuente de toda vida, de salud y de enfermedad. Por ello, la medicina, como ciencia, tenía poca importancia, así como tampoco la tenía la medicina mágica. Vemos que la medicina estaba en manos de los sacerdotes. Nos dice un comentarista bíblico que:

De igual manera, los conocimientos científicos anatómicos eran rudimentarios porque los cadáveres se consideraban religiosamente impuros y por tanto intocables, lo cual impedía la disección (Nm 19.13-16). Existen, a pesar de todo, unas pocas referencias bíblicas a la medicina. Se acostumbraba aplicar vino, aceite, cataplasmas y vendas a las heridas y llagas (Is 1.6; 38.21; Lc 10.34); hasta se conocía una forma primitiva de curar los huesos fracturados (Ez 30.21); las parteras hebreas eran empíricas (Gn 38.27-30; Éx 1.15-21; Ez 16.4, 5). No se tienen datos acerca de médicos profesionales. Por otra parte, el sentido de "pueblo elegido", con una misión que cumplir, supedita por primera vez en la historia lo individual a los intereses de la colectividad, y da origen a una legislación sanitaria para defensa de la comunidad. Esta es la mayor contribución hebrea a la historia de la medicina. En el Antiguo Testamento, pues, hay poco lugar para los médicos. Dios es el supremo sanador de su pueblo, el que envía el dolor y la enfermedad como castigo por los pecados. Él exhorta: "Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos ... ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador" (Éx 15.26). Si había médicos entre los judíos, brillan por su ausencia en las páginas del Antiguo Testamento (cf. 2 Cr 16.12).

En el Nuevo Testamento no se tiene muy buen concepto de los médicos. Se les consideraba ineficaces (Mc 5.25, 26; Lc 8.43) lo cual engendraba cierto escepticismo entre la gente (Lc 4.23). Sin embargo, se reconoce su actividad positiva y benéfica (Mt 9.12) y Lucas, el único médico cuyo nombre perpetúa la Biblia, es llamado "el médico amado" por San Pablo (Col 4.14).


En la antigüedad, la medicina estaba relacionada con prácticas mágicas. Los egipcios y los griegos fueron médicos de fama en el mundo antiguo. Todos ellos recurrían a los encantamientos y amuletos.


Esto, de ninguna manera significa que un cristiano no puede recurrir a ellos. Pero cifrar su confianza en hombres, aún por encima de Dios es ciertamente un pecado. Recurrir a prácticas “médicas” que contradicen las Escrituras y la voluntad de Dios, fue precisamente el pecado de Asa, quien “en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos” (2Cr._16:21). Una actitud parecida a la que tuvo Ococías (2Reyes_1:2-4).

Colocar más confianza en un médico que en Dios, es un grave error para un cristiano.

Aquí, es necesario aclarar que esto solamente aplica para los verdaderos cristianos, aquellos que han puesto su fe en Cristo y que se dejan guiar por él sin convertirse en esclavos de hombres que los subyugan mintiéndoles al asegurar que son “co-pastores” con Cristo. Una persona así, no sujeta a Cristo, ciertamente no recibirá la sanación procedente de Dios.

Por otro lado, si un creyente busca el consejo de Dios, en humildad y respeto, y luego usa los remedios naturales o químicos producidos por la ciencia médica, no hace mal. La Biblia misma habla de estos ejemplos.

En el libro de Hechos, se nos cuenta de un cojo que fue sanado por un apóstol. Este cojo no tenía fe, pero recibió de Dios la fe necesaria para su sanidad. Así, el cojo pudo creer en Jesucristo, mucho más allá que reconocer su existencia. La fe del cojo significó creer en todas las promesas de Cristo.

Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. (Hechos 3:16)

Hoy en día, no tenemos a Cristo ni a los apóstoles entre nosotros. Sin embargo, tenemos su bendita Palabra. Cristo nos prometió que quien obedeciera su palabra, él y el Padre vendrían y harían morada con él. No basta con asegurar que se es cristiano. La prueba de que los somos es obedecer su palabra.. ¿y cómo podemos obedecerla si no la conocemos..?


¿Cómo podemos asegurar que conocemos la Palabra de Dios, si ese conocimiento se limita a lo que la jerarquía de iglesias y denominaciones nos obligan a creer..?

Hay que ir a la fuente, a la Palabra de Dios. Jesús nos prometió que quienes lo buscáramos, lo encontraríamos. Y que en esa búsqueda nos guiaría el Espíritu Santo, no hombre alguno.

Probad y ved que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia. (Salmo 34:8)

He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. (Jeremías 33:6)

Dios les bendiga.

Ricardo Puentes M.
Agosto 17 de 2008

domingo, 20 de julio de 2008

APOCALIPSIS.. ¿NOW..?

APOCALIPSIS... ¿NOW..?

A lo largo de la historia de la humanidad desde el siglo I, los hombres han creído que su época es la descrita en la Biblia como “el tiempo del fin”, y han abrigado la falsa esperanza de presenciar los acontecimientos descritos en el libro de Apocalipsis (que creen que será un periodo de siete años en la etapa final), hasta culminar en la batalla final de Armagedón.

Líderes religiosos en todas las épocas, han asegurado en sus días que Cristo vendría en ese tiempo, aportando como prueba irrefutable el cumplimiento de los espantosos acontecimientos vaticinados para las postrimerías de la humanidad.

A finales del siglo XX, y principios de este siglo XXI, los vaticinadores profesionales de sucesos se han multiplicado y han alarmado a millones que, buscando escapar de la tragedia inminente, corren a refugiarse bajo el manto de estos mismos hombres que, en la mayoría de los casos, son conscientes de que están engañando a la gente en aras de una ganancia deshonesta.

A usted, estimado lector, tal vez le resulte extraño comprobar que no bien hubo fallecido el último de los apóstoles, Juan, la gran apostasía entró en acción y, tal como lo predijo Jesús, los falsos maestros comenzaron a vaticinar el fin del mundo:

Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. (Mateo 24:4-5, 23-25)

Cristo predijo que muchos falsos maestros llegarían a anunciar que Cristo estaba regresando por segunda vez, y que harían grandes prodigios y señales que extraviarían a muchos. Y el cumplimiento de estas palabras sí que llegaría rápidamente.

Tan pronto como en el año 97, de nuestra era, Tertuliano, uno de los “padres de la iglesia”, uno de estos falsos maestros anunciados por Jesús y sus apóstoles, escribió lo siguiente:

“¡Qué guerras tan terribles tanto aquí como en el extranjero! !Qué pestes, hambres... y terremotos ha tenido la historia!” (Tertuliano en Ad Nationes, escrito en el año 97 A.D)

Años después, en el siglo III, otro “padre de la Iglesia”, Cipriano, dijo:

“Que las guerras continuarán prevaleciendo, que la muerte y el hambre aumentan la ansiedad, que la salud está quebrantada exasperantes por las enfermedades que la raza humana se desvanece por la desolación de las pestilencias, sabe que esto fue predicho; que estos males deben multiplicarse para los últimos tiempos, y que deben variarse los infortunios; y que el día del juicio está ahora cerca”. (Cipriano, Tratado 5, “dirigido a Demetriano”.)

En el siglo VI, el Papa Gregorio el Grande dijo:
“De todas las señales descritas por nuestro Señor pronosticando el fin del mundo algunas hemos visto que ya se han cumplido... Porque vemos ahora que se levanta nación contra nación y que ellos oprimen e importunan en la tierra en nuestros propios tiempos como nunca antes en los anales del pasado. Los terremotos que apesadumbran las ciudades, como lo hemos escuchado a menudo de otras partes del mundo. Las pestilencias nosotros las sobrellevamos sin interrupción.”

Y así ha sucedido en todas las épocas. Charles Taze Russell, fundador de la Sociedad de Biblia & Tratados La Torre del Vigía (Testigos de Jehová), enseñó a sus adeptos que él era “el esclavo fiel y discreto”, escogido por Dios para ser el único intérprete de la Biblia en esos, los últimos días, cuya culminación ocurriría –según él- en 1879, fecha que corrió luego para 1889, luego para 1914 y después para 1918. Obviamente, ninguna de esas fechas se cumplió. Russell había calculado la fecha de 1914 basándose en las medidas de la pirámide de Keops que, decía, había sido construida por Dios y era el “testigo de Jehová de piedra”. Tan evidente satanismo no fue problema para la organización; el segundo presidente de la Watchtower, John F. Rutherford predijo el fin del mundo para 1925 y, para recibir a los resucitados importantes (Abraham, David, Jacob, etc), mandó construir una imponente mansión donde estos patriarcas serían hospedados. Como tal resurrección no sucedió, Rutherford se quedó a vivir allí hasta el día de su muerte. Posteriormente, la Watchtower vendió, sin hacer mucho escándalo, esta prueba de sus profecías fallidas. Para salir del paso, la Watchtower aseguró que estos ‘errores’ no eran profecías falsas –que sí lo eran- sino un proceso de iluminación progresiva de parte de Dios. ¡Y sus fieles lo han creído desde entonces...!

Sin embargo, tales profecías falsas no son exclusivas de los Testigos de Jehová. En realidad, casi todos los grupos religiosos se han atrevido a anunciar el fin del mundo para cierta fecha o cierto periodo de tiempo específico.

Por ejemplo, los llamados grupos neopentecostales, de corte carismático, señalan este tiempo como el tiempo del fin. Y basan sus afirmaciones en los acontecimientos del Oriente Medio, en los cuales están envueltos Israel y sus vecinos. Aseguran estos falsos maestros que esa guerra está específicamente descrita en las Escrituras y añaden a su palabrería, como prueba irrefutable, testimonios de adivinos como Nostradamus, San Malaquías, Juan XXIII, ‘estudios’ de diversos “escatólogos” que dicen haber sido iluminados por Dios, y hasta el famoso “Código de la Biblia”. Pero lo más insólito es que quienes afirman ser cristianos les creen a estos mentirosos. Han desatendido el consejo de nuestro Señor: “Mirad que nadie os engañe...” (Mateo 24:4)

De igual manera, grupos no cristianos han pronosticado el fin del mundo para esta época. Los Mayas lo calcularon –bajo inspiración demoniaca- para el año 2012, mientras que seguidores de la Nueva Era esperan que naves espaciales aterricen y los recojan trasladándolos hacia otras galaxias para salvarlos de la inminente destrucción del planeta Tierra.

Dentro de esta locura colectiva, los libros escritos por estos hombres de venden como pan caliente, mientras que los discos de los cantantes “cristianos” son comprados por millones que corren febrilmente a protegerse escuchando esta música que –dicen- es inspirada directamente por el Espíritu Santo. ¡Qué horror..!

¿Quiénes caen en esta trampa..?
Extrañamente para muchos, quienes son atrapados en el lazo del Apocalipsis, no son solamente personas incultas o fácilmente manipulables. Por el contrario, gente con educación universitaria, y que se considera a sí misma como inteligente, deductiva y difícilmente crédula, han caído como moscas en la miel.

Estas religiones apocalípticas y movimientos Nueva Era tipo Lifespring e Insight, atraen a quienes han perdido su fe en el mundo, en las religiones convencionales, en sus sistemas políticos y en sí mismos. Convencidos de que este sistema jamás traerá verdaderas soluciones a la humanidad, se aferran a cualquier creencia que les asegure que esto cambiará muy pronto, ya sea por mano de Dios, o por acciones propias, como sucede en la Nueva Era y los movimientos políticos ‘ateos’ de izquierda.

Quienes creen que será Dios quien destruya el actual sistema, quieren convencerse también de que Dios lo hará mientras ellos estén vivos. Es supremamente difícil para alguien que desconozca la verdad bíblica, aceptar que no se vaya a presenciar un acontecimiento de tal magnitud ni que no se sea parte del grupo humano protagonista del cambio en la historia, particularmente en lo que concierne al cambio prometido por Dios.

Los cultos religiosos y los movimientos Nueva Era saben aprovechar estos deseos perfectamente humanos. Capitalizando estas tendencias humanas, ellos siguen enrolando y controlando nuevos adeptos que, a su vez, enrolarán otros, y así sucesivamente.

Si usted quiere darle una lectura cuidadosa a los acontecimientos descritos en Mateo 24, se dará cuenta de que, precisamente, estos sucesos no son la señal de la Segunda Venida de Cristo, sino que serán usados por los falsos ungidos como aparente evidencia de la Parousia del Señor. Pero, nuevamente, Jesús dice que no se dejen engañar.

Al contrario, Jesús afirma de su Segunda Venida que ésta no estaría anunciada por acontecimientos excepcionales:

Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. (Mateo 24:36-39)

Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. (Lucas 17:28-29)

Es muy importante recalcar algunos asuntos aquí. Jesús no hizo énfasis en que su Segunda Venida estaría marcada por una exagerada maldad (aunque la había en los tiempos de Noé y de Lot, y la predice el apóstol Pablo). Jesús dice que la gente estaría viviendo normalmente, comiendo, bebiendo y haciendo todas las cosas con normalidad. Solamente Noé y Lot –en cada caso- estaban alertas de las instrucciones de Dios.

Dios le había dicho a Noé que destruiría a la humanidad con un diluvio, y le ordenó que construyera un arca para su salvación y la de su familia. Aunque Noé predicó este juicio en el mundo antiguo, nadie le creyó y, por el contrario, todos se burlaron de él. Solamente cuando Noé fue resguardado en el arca y entonces empezó a llover, la gente se dio cuenta de la verdad.

De igual manera, y aunque Dios no nos ha ordenado construir un arca, ni nos ha dicho que durante nuestra vida vendrá el fin, sí nos ordena predicar el evangelio y advertir que solamente quien se arrepienta y retorne a Dios mediante Cristo, será salvo. La predicación se hará en todo el mundo, para testimonio de todas las naciones y, sólo entonces, vendrá el fin. (Mateo 24:14) Es innegable que la palabra de Dios ha alcanzado a muchas naciones. Si el nivel considerado por Dios como “todas las naciones” ya se ha logrado o no, eso solamente le compete a Él. Por nuestra parte, debemos simplemente obedecerle.

Jesús también compara los últimos días con el tiempo de Lot. Dice que cuando salió de Sodoma, entonces vino destrucción sobre esa ciudad. Pedro también habló de ello:

y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; (2 Pedro 2:6-9)

Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. (Lucas 21:18)

Con estos textos, podemos asegurar que Dios protegerá a los justos en el Día del Señor. Así, aunque no podemos saber a ciencia cierta si el arrebatamiento sucederá antes o después de los cataclismos anunciados en Apocalipsis, parece más preciso afirmar que este arrebatamiento durará cierto tiempo que iniciará en el momento en que Cristo se aproxime a la Tierra, cuando los escogidos se encuentren con él en el aire; hasta poco antes de la batalla de Armagedón. La Biblia no nos informa cuánto tiempo durará este arrebatamiento. Juntando todos los textos referentes al tema, es seguro que cuando Cristo llegue por su iglesia, los creyentes muertos serán resucitados y quienes estén vivos serán transformados para, todos juntos, ir al encuentro de Cristo en el aire. Sin embargo, no todos los que afirmen ser cristianos serán arrebatados. Solamente aquellos que estén sin mancha ni arruga, y que hayan sido limpiados por la Palabra y santificados para formar parte de la novia de Cristo. Por eso, como nadie sabe ni el día ni la hora, Jesús advierte:

Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. (Mateo 24:42)

Por otro lado, a quienes piensan que el Día del Señor está muy lejano, Pedro les dice:

Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, (2 Pedro 3:8-15)

La única manera de tener certeza de que nos contaremos entre quienes estemos sin mancha, es obedeciendo la palabra de Dios:

Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efesios 5:25-27)

Es importante notar que el apóstol menciona dos procesos: uno de limpieza y otro de santificación. Aunque ambos están estrechamente relacionados, no significan lo mismo.

La diferencia es que lo que está santificado tiene necesariamente que estar ANTES totalmente puro y limpio; pero lo que es puro y limpio no quiere decir obligatoriamente que esté santificado. Es decir, es posible estar puro y limpio sin santificación. Pero no es posible tener santificación sin estar puro o limpio.

Otro asunto importante en este texto es que la razón principal por la que Cristo redimió a la iglesia, es para santificarla, habiéndola purificado.

En otras palabras, el propósito de la muerte de Cristo por la Iglesia en general, y por cada persona individual, no se cumple, no se completa hasta cuando los redimidos por su muerte hayan pasado por un subsecuente proceso de limpieza y santificación.

Solamente los cristianos que hayan pasado por este proceso de limpieza y santificación estarán en la condición necesaria para presentarse finalmente a Cristo como su novia. Solamente quienes hayan pasado por ese proceso de limpieza y santificación tendrán la condición requerida para formar parte de su iglesia sin mancha ni arruga ni cosa semejante... santa y sin mancha (v.27).

Por otro lado, un “cristiano” que no haya pasado por este proceso, no puede formar parte de la novia de Cristo.

Muy importante es anotar que el medio por el cual Cristo se vale para limpiar y santificar su iglesia, es por medio del lavamiento del agua por la palabra (v.26).

La bendita Palabra de Dios –la Biblia- tiene el poder para santificar y limpiar, tal y como se haría con el agua pura. Por eso, incluso antes de la muerte expiatoria de Cristo en la cruz, él pudo asegurar acerca del poder limpiador de su palabra:

Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. (Juan 15:3)

De modo que únicamente estudiando y aplicando la palabra de Dios en nuestras vidas, obedeciendo solamente a ésta, y no a hombre alguno, es que formamos parte de la iglesia de Cristo.

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. (Mateo 7:24-27)

El asunto es sencillo. No basta con escuchar la Palabra de Dios. Hay que escucharla y obedecerla. Sólo así permaneceremos de pie ante las dificultades, y seremos contados como parte de la novia de Cristo.


Ricardo Puentes M
Julio 18 de 2008

jueves, 17 de julio de 2008

EL ARREBATAMIENTO. PARTE 2

EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA
¿Está próximo...?
Parte 2


Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores,
andando según sus propias concupiscencias, y diciendo:
¿Dónde está la promesa de su advenimiento?
Porque desde el día en que los padres durmieron,
todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.

(2 Pedro 3: 3-4)


Arrebatamiento.. ¿antes o después de la gran tribulación...?
La Biblia no da una respuesta contundente a esta pregunta. Muchos teóricos afirman que el “rapto”, como ellos lo llaman, tendrá lugar antes de que sucedan todas las tragedias anunciadas en Apocalipsis. Sin embargo, en Apocalipsis encontramos este pasaje:

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. (Apocalipsis 20:4)

Claramente y sin equívoco, aquí se nos está mencionando que habrá muertos, mártires de Jesús, durante la época de la Bestia, su imagen y el Falso profeta, que muchos asocian a lo que se conoce como la “gran tribulación”, pero que la Biblia no afirma que este sea un período especial que ha de producirse en este tiempo. Tampoco lo niega.

Por otro lado, la Biblia sí nos asegura que los últimos días serán como los días de Noé y de Lot, no solamente por la maldad y el desinterés de Dios, sino porque los cristianos serán protegidos, tal y como Noé y Lot lo fueron.

Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste. Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado. Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde, Señor? El les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allí se juntarán también las águilas. (Lucas 17:26-30, 34-37)

El asunto es claro. Tanto Lot como Noé fueron protegidos de la ira de Dios sobre los impíos. Ningún justo será destruido por Dios. Sin embargo, tal y como lo señala Apocalipsis 20:4-6, habrá cristianos que sufrirán martirio. Aunque, repito, las Escrituras no especifican que la persecución ocurra hacia el final de los tiempos; y tampoco dice que no ocurrirá.

Primero que todo, es importante entender que la gran tribulación no se refiere solamente a un período de cataclismos naturales, ni ocurrirá en un período de siete años –como mencionan algunos escatólogos, sin ningún soporte bíblico- sino también a un período donde prevalecerá la apostasía dirigida por falsos ungidos que harán milagros y engañarán a muchos:

Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. (Mateo 24: 6-13)

Ni las guerras, ni las hambres, ni las pestes, ni las persecuciones serán la señal inmediata de la venida de Cristo. Todas estas cosas sucederían pero “aún no es el fin”. Ciertamente sería una señal de que el fin se aproxima, pero Jesús asegura que todavía estaría más o menos lejano, que no nos debemos preocupar aún por eso.

La gran apostasía... ¿cuándo..?
Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la gran apostasía inició su camino hacia el actual auge, en el siglo I de nuestra era.

A la muerte del último de los apóstoles, Juan, se produjo el surgimiento de la apostasía. Muchos de quienes se llamaban a sí mismos “cristianos”, discípulos de los apóstoles, se erigieron entonces como cabezas visibles de la iglesia de Cristo. No estando ya vivo ninguno de quienes sí habían recibido autoridad directa de Cristo –los apóstoles-, estos falsos maestros (que conocemos como los “Padres de la iglesia”) arrastraron tras de sí a multitudes de creyentes; como predijo Pablo, ya no había quien los detuviera. De ser siervos pasaron a ser autoridades y, colocándose en el lugar que solamente le corresponde a Cristo, exigieron obediencia hacia ellos argumentando que tal obediencia absoluta debería ser la misma que se le debía a Cristo, convirtiéndose en anticristos. Decían estos apóstatas y falsos maestros que quienes los desobedecieran a ellos, desobedecían al mismo Cristo. Exactamente igual a como sucede en todas las iglesias de hoy.

Muchos fueron extraviados. Debido a que se dejaron cegar por la pompa y el ropaje de autoridad espiritual de estos apóstatas, negándose a someterse a la autoridad invisible de Cristo y, en cambio, rendirse ante la autoridad visible de estos impostores, la mentira prevaleció sobre la verdad y hasta el día de hoy millones continúan siendo extraviados. Acertadamente, Jesús advirtió que:

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mateo 7:13-14)

Pocos, muy pocos encuentran la puerta –Cristo- que conduce a la vida. La inmensa mayoría prefiere escuchar la voz de los ladrones y salteadores, que la del mismo Cristo. Y también ignoran que Jesús habla a través de su palabra, la Biblia, y no a través de quienes se dicen a sí mismos “profetas”, “maestros”, “pastores” y otros títulos..

Las Escrituras también nos dicen que la Segunda Venida de Cristo sería esperada durante mucho tiempo:

Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. (2 Pedro 3: 3-4)

Muchos incrédulos se burlan de la espera. Y muchos crédulos vaticinan tontamente lo contrario. Alrededor del mundo, cientos de estos falsos maestros predican el fin del mundo basándose en los sucesos del Oriente Medio y acusan de herejes a quienes no creemos su necia palabrería. Estos “pastores” y “escatólogos” han llegado al colmo de asegurar que George Bush Jr., es un hombre de Dios a quien “en estos momentos apocalípticos le toca tomar decisiones nada buenas, ya que las profecías se tienen que cumplir.” (“Una crisis se aproxima..”, Antonio Bolainez. En su página Web)

La Biblia es enfática al asegurar que nadie sabrá la hora, ni siquiera se aproximará a ella.

Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. (Mateo 24:36)

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. (2 Pedro 3:10-13, 17-18)

Si ni el mismo Jesús sabe el día y la hora, ¿lo sabrán estos falsos maestros..? Claro que no. Podemos, eso sí, discernir las señales de los tiempos. Cristo dice que:

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. (Lucas 21:28-31)

Aunque esperamos con ansia el Día del Señor, no debemos dejarnos arrastrar por falsas expectativas pregonadas por torcidos maestros; la razón es que podemos desilusionarnos al creer cosas que Dios nunca ha dicho. Al contrario, el apóstol nos insta a crecer en gracia y conocimiento de nuestro Señor.

Nuestra fe no debe estar basada en numerología o en predicciones de los llamados “escatólogos”. Nuestra fe debe estar basada únicamente en lo que dice la bendita Palabra de Dios. Y allí no nos dice cuándo será el fin, ni mucho menos afirma que los sucesos del Oriente Medio y la intervención de George Bush en Irak sean sucesos especialmente relacionados con el Apocalipsis.

Igual que hoy, en los tiempos de Jesús la gente sufrió mucha desilusión porque esperaban que el Mesías actuara e hiciera cosas que ellos esperaban que hiciera. Tenían sus esperanzas fijas en el cumplimiento de deseos terrenales, incluyendo la liberación del pueblo judío de manos de las potencias extranjeras y el disfrute de bienestar físico y riquezas materiales. Pero nada de esto sucedió. Debido a ello, muchos no estuvieron en capacidad de apreciar la verdadera liberación y las bendiciones mucho mejores y maravillosas que Jesús estaba ofreciéndoles. Por eso, se desilusionaron.. y asesinaron al Hijo de Dios.

Las iglesias de hoy –y de siempre, a decir verdad- han estado atestadas de personas que esperan excitadas el cumplimiento apocalíptico. Cada vez que sus líderes les aseguran que “el fin está a las puertas”, “pronto vendrá Cristo”, “Cristo se aproxima”, basados en interpretaciones humanas de algo que la Biblia no dice, estos “creyentes” entran en éxtasis que necesita ser renovado día tras día por estos mismo falsos maestros. Cristo, en su misericordia, advirtió explícitamente de estos falsos ungidos que, hablando en nombre de Cristo, afirmarían que el fin estaba a la puerta:

El entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y: “El tiempo está cerca”. Mas no vayáis en pos de ellos. (Lucas 21:8)

Jesús fue muy claro: Dijo que muchos falsos ungidos asegurarían que “el tiempo está cerca”. Y dijo que nadie debería seguirlos.

Pero hoy sucede todo lo contrario.

Resulta que la verdadera fe no se basa en un simple deseo, ni siquiera en un anhelo fuerte, sino en la realidad que nos revela la Biblia. Y claramente, la Biblia nos dice que nadie sabe ni la hora ni el día, y quien quiera que afirme que “el fin está cerca”, es un falso maestro que no debe ser seguido.

Debido a estos falsos maestros que han sembrado expectativas sin fundamento, la fe de muchos se ha enfriado. Y es que verdaderamente, lo que tenían no era fe bíblica –basada solamente en la Palabra de Dios-, sino la falsa fe del mundo.

Conozco personalmente los estragos que los falsos maestros han traído sobre las vidas de quienes buscan a Dios. Por ejemplo, muchos Testigos de Jehová han sido convencidos por su Cuerpo Gobernante, que asegura hablar en nombre de Dios, de que el fin está muy próximo (incluso, en un tiempo les dieron fechas), creencia que los ha llevado a tomar decisiones que luego han lamentado. Muchos vendieron sus casas y corrieron tras un espejismo creyendo que estaban entregando sus vidas a Dios, cuando la realidad era totalmente lo contrario. Luego, al comprobar con desilusión que el fin no llegó cuando sus líderes les dijeron, se sintieron frustrados y heridos arrostrando las consecuencias de su error por haber creído a los hombres antes que a Dios. Conozco personas de 70 y 80 años de edad que han visto cómo pasan los años sin que el anhelado fin venga, y veo con dolor su angustia interior al tener que enfrentarse con la realidad. Su fe no es bíblica. Le han creído a un puñado de falsos ungidos y no han escuchado las advertencias de Jesús acerca de no seguirlos.

Estas personas, Testigos de Jehová, no han dudado en descuidar aspectos cotidianos, como prepararse para un trabajo, cuidar de su salud, educar a sus hijos para enfrentarse a la vida, etc. Muchos, al comprobar que el fin no llegó cuando les dijeron que llegaría, entraron en tensiones emocionales profundas, problemas económicos persistentes, desempleo, desprotección social, alcoholismo y suicidio. Si esos sacrificios hubieran sido verdaderamente por Dios, basándose en un conocimiento exacto de Cristo y su evangelio, entonces no sufrirían sino que tendrían gozo y no serían abandonados por Dios. Pero todos esas abnegaciones fueron ocasionadas por una distorsión, una mentira ideada por una organización humana que posteriormente ha intentado encubrirla sin mucho éxito. Pero nuevas generaciones de personas siguen llegando a los Testigos de Jehová, y al resto de organizaciones humanas. Y estas nuevas generaciones también sufrirán desilusión.

De nuevo, es necesario recalcar que tanto Cristo como el apóstol Pablo nos instan a no creer en los anuncios de hombres que hacen predicciones del tiempo del fin, alentando un sentimiento de excitación sin fundamento bíblico. Lo único que buscan estas organizaciones y líderes religiosos, es mantener sus iglesias llenas y sus finanzas boyantes.

Para estos fraudulentos líderes, todo en estos tiempos es señal “inminente de que el fin está cerca”. Si hay guerras o terremotos, se remiten a Mateo 24 para ‘demostrar’ la inmediatez del fin. Si, por el contrario, hay tiempos de paz, citan 1 Tesalonicenses 5:1-3:

Ahora bien, en cuanto a los tiempos y a las sazones, hermanos, no tienen necesidad de que se les escriba nada. Porque ustedes mismos saben bastante bien que el día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. Cuando [los hombres] estén diciendo: “¡Paz y seguridad!”, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente. (1 Tesalonicenses 5:1-3)

El Día del Señor viene como ladrón en la noche. Nadie lo espera. Eso quiere decir que el que los gobiernos o las personas hablen de paz y seguridad, no quiere decir que esto se constituya en la prueba irrefutable del fin inminente. Por el contrario, la Segunda Venida del Señor encontrará a la gente en un estado “normal”, comiendo, bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, sin percatarse de las escandalosas premoniciones de los líderes espirituales, ni afanados por los terribles cataclismos que sucederían.

El sentido de urgencia que pregonan los falsos maestros, hace que las personas se fijen más en la inminencia del fin, que en el verdadero evangelio de Cristo. Su fe se centra en especulaciones y predicciones, y no en la Palabra de Dios. Por supuesto, la Biblia sí nos habla de un sentido de urgencia frente al mensaje del evangelio, pero no urgencia condicionada al fin del mundo, sino urgencia debido a lo efímero de nuestra existencia. Nadie sabe cuándo morirá. Y debido a que seremos salvos solamente si nos hemos convertido a Cristo, es mejor hacerlo más pronto que tarde. Sin importar si el día del juicio viene hoy, mañana o dentro de 50 años, siempre debemos mantenernos despiertos, alerta, preparados y santificados por el estudio de la palabra de Dios.

Así que la discusión sobre si la Venida Segunda de Cristo y el arrebatamiento ocurrirá antes, durante o después de lo que se ha dado en llamar “la gran Tribulación”, es absolutamente estéril. Lo único cierto de este acontecimientos, son dos cosas: Una, que los verdaderos creyentes seremos librados de la destrucción, tal y como Noé y Lot fueron librados; y Dos, que Cristo vendrá solamente por su iglesia, compuesta de verdaderos creyentes que lo siguen a él y no a los hombres. Eso es lo importante.

Ricardo Puentes M.
Julio 14 de 2008.