martes, 15 de julio de 2008

EL ARREBATAMIENTO

EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA
¿Es una doctrina bíblica...?
Parte 1


Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes
para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

(1 Tesalonicenses 4:17)

Entre las doctrinas fundamentales del cristianismo, registradas en Hebreos 6:1-2, la doctrina de la resurrección de los muertos está colocada justo antes de la doctrina de Juicio Eterno, y nos señala qué parte del hombre es la que será resucitada y en qué orden se efectuará esta resurrección. En esta ocasión trataremos el segundo punto mencionado: el orden en que se efectuará la resurrección y, más específicamente, la relación con el llamado “Rapto” o arrebatamiento de la Iglesia.

No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. (Juan 5:28-29)

Jesús menciona aquí varias cosas específicas: Uno, que todos los que están en los sepulcros escucharán su voz y resucitarán. Dos, que los que hicieron lo bueno saldrán de sus sepulcros a resurrección de vida. Y tres, que los que hicieron lo malo saldrán a resurrección de condenación. Esto está de acuerdo con lo que dice Daniel 12:1-2.

Pablo agrega algo y nos dice, bajo inspiración del Espíritu Santo, que esta resurrección tendría lugar en un orden específico:

Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. (1 Corintios 15:22-24)

Note que Pablo nos habla aquí de los resucitados para vida, no de lo que lo harán para condenación. El apóstol es muy claro en afirmar que en Cristo todos serán vivificados, y que esto sucederá en “su debido orden”. Y describe tres fases sucesivas:

Primera fase: Cristo, las primicias.
Segunda fase: Los que son en Cristo en su venida.
Tercera fase: El fin. Cuando la mayoría de los resucitados serán malvados. (Pablo no habla más de eso aquí. Pero se puede ver en Apocalipsis 20)


Primer fase: Cristo, las primicias
Como sucede en casi todo el sistema de leyes, sacrificios, ofrendas, mandamientos, estatutos, ordenanzas y juicios, que se conoce como la Ley, o Ley Mosaica, la ceremonia de las primicias también describía algo que se cumpliría en Cristo. Veamos:

Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá. (Levítico 23:10-11)

Cuando el apóstol Pablo menciona “Cristo, las primicias”, está comparando la resurrección de Cristo con esta ceremonia de presentación de las primicias de las cosechas. Cuando Cristo resucita de entre los muertos, lo hace en representación de los pecadores, y muestra el inicio de un nuevo ciclo. La gavilla de las primicias era el primer fruto completo que resultaba de la semilla que había sido sembrada.

Moisés dijo a los israelitas que habían de mecer la gavilla “para que seáis aceptos”. De igual manera, bajo el Nuevo Pacto, el sacrificio de Cristo se hace necesario para que nosotros seamos aceptados: Cristo “fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).

Con la resurrección de Cristo, no solamente se reclamó su propia justificación, sino que también la hizo posible para el creyente.

Por otro lado, esta gavilla debía ser mecida ante Dios “el día siguiente del día de reposo”. Como sabemos, el día de reposo era el día séptimo, o último día de la semana, así que el día siguiente a este día de reposo, era el domingo. Y Cristo resucitó el domingo.

Mecer las primicias constituía un acto de adoración y de triunfo, y aseguraba que el resto de la cosecha, durante el tiempo restante, sería muy bueno. Igualmente, cuando Cristo resucita, nos da la seguridad de que el resto de quienes son justificados por su fe en él, también seremos resucitados. Nuestra fe se basa en creer que Cristo resucitó de entre los muertos.

Sin extendernos mucho más en esta primera fase, Pablo nos dice que quien primero resucitó fue Cristo, y que luego siguieron otros que constituyeron las primicias.

¿Ya ocurrió una resurrección...?

Dejemos que la Biblia misma nos responda:

Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. (Mateo 27:50-53)

Después de la resurrección de Cristo, el evangelista nos narra que muchos santos salieron de los sepulcros y se aparecieron a muchos.

Así, Jesús cumplió perfectamente lo tipificado en la Ley de Moisés. Se siembra un solo grano (Jesús sepultado), y se levanta una gavilla de primicias saliendo de la tumba después de él, mecidos ante Dios en señal de triunfo frente a la muerte y a Satanás.

Acerca de esta primera resurrección, ampliaremos la explicación en otra ocasión. Lo que nos interesa en este momento es la segunda fase de la resurrección.

Segunda fase: los que son de Cristo en su venida.
“...luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 15:23).

El término griego vertido para “venida”, es “parousia”, que significa retorno, específicamente de Cristo para desposar a su iglesia y castigar a los malvados.

Pablo habla concretamente de quiénes serán resucitados cuando Cristo retorne: “los que son de Cristo”.

Y, ¿quiénes componen los que ‘son de Cristo’..? Ciertamente no todos los que lo afirmen serán reconocidos por Cristo como parte de su Iglesia:

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mateo 7:21-23)

En aquel día, cuando el Señor retorne, muchos creerán que sirven a Cristo porque profetizan en su nombre, echan fuera demonios y hacen milagros. Pero Cristo los desenmascarará como lo que son: “hacedores de maldad”.

De manera que la segunda fase de esta resurrección no incluirá a todos los que dicen o han dicho ser cristianos, sino a los que verdaderamente lo sean. De nada sirve pertenecer a organizaciones humanas, pretendidamente ‘iglesias de Cristo’, ni servirán carnés que los acrediten como cristianos. Todo eso es inválido ante Dios.

¿Y entonces, cómo reconocerá Cristo a estos verdaderos cristianos..?

Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. (2 Timoteo 2:19)

Solamente Cristo conoce a quienes le pertenecen. De igual manera, quienes son de Cristo, lo reconocen a él:

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. (...) Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, (Juan 10:14-15, 27)

Cristo, el único Pastor, conoce a sus ovejas. Y las ovejas suyas, solamente reconocen y siguen la voz de su Pastor, Cristo. El resto, quienes pretenden colocarse como pastores de las ovejas de Cristo, como si hubieran dado también su vida por ellas, no son más que ladrones y salteadores. Y quienes los siguen a ellos, no siguen a Cristo:

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. (Juan 10:1)

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas (Juan 10: 11-13).

Los líderes religiosos, de quienes no son propias las ovejas, nunca han dado su vida por ellas y, por eso, no son más que asalariados y ladrones. Ciertamente, las ovejas que siguen a estos asalariados, no son las mismas que siguen al Pastor verdadero: Cristo.

Así que, Cristo viene por su iglesia y es allí cuando ocurre la segunda fase de la resurrección.

En esta resurrección, que ocurrirá en la Segunda Venida de Cristo, Pablo describe los siguientes sucesos:

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tesalonicenses 4:13-18)

Pablo se refiere a los muertos que han fallecido “en Cristo”, es decir, las personas que han muerto y que fueron verdaderamente cristianas. El apóstol define dos hechos importantes en esta resurrección ocurrida en la segunda venida: “los muertos en Cristo resucitarán primero” y “luego, nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos para recibir al Señor en el aire..”

Pablo es muy claro al afirmar que los cristianos fallecidos resucitarán y que quienes estén vivos, serán arrebatados juntamente con estos muertos ya resucitados. Y todos recibirán al Señor en el aire. Obviamente, el contingente de arrebatados no ha muerto, no forma parte de quienes yacen en los sepulcros sino que son “los que vivimos, los que hayamos quedado”.

El término griego usado para “arrebatar”, es “arpazö”, que significa “quitar con violencia”, “tomar con precipitación”. Es evidente que Pablo usa esta palabra para describir un acto que sucede con precipitación y violencia. De hecho, esta palabra describe el acto específico de un ladrón, tal y como describe la Biblia que será la Segunda Venida de Cristo:

He aquí, yo vengo como ladrón. (Apocalipsis 16:15). Eso lo dice el Señor.

La segunda venida de Cristo será ciertamente como la de un ladrón: súbita, sin anunciar, y arrebatará a los suyos. Y en eso precisamente difiere de un ladrón, ya que Cristo solamente viene por los suyos, por los cuales ha pagado un precio... por quienes han aceptado ese rescate y le siguen solamente a él.

Otra cosa interesante de observar en 1 Tesalonicenses, es que los creyentes resucitados y los arrebatados “recibiremos” al Cristo. Es decir, Cristo se dirige hacia la Tierra para arreglar los asuntos, pero antes de llegar, es recibido por los creyentes “en el aire”.

La palabra “aire”, viene del griego “aër”, que designa al aire que está en contacto con la tierra, es decir, la atmósfera.. No más allá de ella.

Surge otra pregunta: La Biblia dice que carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios:

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. (1 Corintios 15:50)

Entonces, ¿Cómo será posible que heredemos el reino sin tener que morir y ser resucitados en cuerpo espiritual..?

La Biblia nos da la respuesta:

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. (1 Corintios 15:51-52)

Dios le revela a Pablo un misterio que ha mantenido en secreto hasta entonces: Que todos los verdaderos creyentes serán arrebatados juntos; pero que no todos habrán muerto y resucitado.

El arrebatamiento consiste, pues, en la resurrección de los muertos y en la transformación de los cuerpos de quienes estén vivos para, todos juntos, encontrarse con Cristo en el aire.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. (1 Corintios 15:53)

Así, entonces, queda muy claro que las Escrituras hablan de Arrebatamiento, y describe este acontecimiento como la venida de Cristo por su iglesia, compuesta de muertos a quienes resucitará, y de vivos que serán transformados.

En la próxima entrega analizaremos si el arrebatamiento sucede antes, después o durante los acontecimientos finales descritos en Apocalipsis.


Ricardo Puentes M.
Julio 13 de 2008

4 comentarios:

  1. Apreciado Ricardo: Hé estado leyendo sus artículos, y siento una alegría inmensa al ver, que todavía existe alguien que conserva la sana doctrina, por lo cual me identifico plenamente con usted. Mi familia y yo estamos pasando un tiempo terrible en nuestra fe, por lo cual nos gustaría que nos atendiera, ya que necesitamos ayuda urgente...se puede comunicar con nosotros a
    badilloirma@gmail.com
    muchas gracias y Dios le bendiga

    ResponderEliminar
  2. Ya te escribí a tu correo Irma.. Espero tu respuesta. Bendiciones..

    ResponderEliminar
  3. Ricardo buen dia;

    Esperando que el señor lo lo acompañe en espiritu y lo siga colamndo de bendiciones espirituales,,,

    una pregunta; por que no ha seguido escribiendo?

    muchas gracias

    guillebardo@gmail.com

    Sus articulos son bien interesantes...

    ResponderEliminar