lunes, 10 de diciembre de 2007

"Si no os arrepentís, pereceréis igualmente"

¿Cómo evitar perecer ...?

Le respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo
que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
(Juan 3:3)

En Juan 3:3, Jesús habla de la necesidad de nacer de nuevo. Como vimos en el estudio anterior, ese "nacer de nuevo" significa literalmente "nacer de lo alto", "nacer de arriba". Y vimos también que este nuevo nacimiento es producido mediante el bendito Espíritu Santo que actúa cuando estudiamos las sagradas Escrituras. O sea, este nuevo nacimiento es un proceso que requiere de un tiempo no especificado. De esto hablaremos en otra ocasión.

Lo importante aquí, referente al tema que tratamos, es que ese nuevo nacimiento jamás será posible sin el arrepentimiento, que significa tomar la decisión de cambiar de opinión y regresar a Dios.

Vimos también que es imposible que uno se arrepienta sin que en este proceso intervenga Dios. Nadie puede arrepentirse si Dios no lo toca para arrepentimiento:

"Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no le atrajere." (Juan 6: 44).

"Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.." (Santiago 1:18)


El arrepentimiento es la primera respuesta del pecador ante la Palabra
Cuando una persona estudia las Escrituras, el Espíritu Santo la "toca" para arrepentimiento. Todos los que hemos leído la Biblia, hemos sentido ese "toque" para arrepentimiento. Si estamos en una denominación y leemos en la Biblia que ciertas cosas que suceden allí no son correctas, no hay que dudarlo, es el Espíritu Santo en acción. Igual es ese sentimiento de descontento que albergan muchos cristianos. Puede que estén asistiendo a una iglesia, que oren más o menos frecuentemente, que canten, que ofrenden; pero ese vacío permanece allí. Es por esto que muchos creyentes asisten religiosamente a los cultos de su denominación buscando llenar ese vacío; y lo logran por un poco de tiempo, pero ese mismo sentimiento regresa haciendo necesario que se acuda de nuevo al templo a cantar y llorar una y otra vez sin encontrar remedio permanente para esta situación. Eso quiere decir que falta verdadero y bíblico arrepentimiento.

Estos sentimientos de descontento y duda internos, les suceden a muchos creyentes sinceros que perciben mucha dicotomía entre lo que se enseña y lo que se hace en sus respectivas religiones. Conozco un hombre, un "líder" de la Misión Carismática Internacional G12 que lleva muchos años experimentando serias dudas sobre la validez de las alegaciones de esta religión. No encuentra sustento bíblico en el despliegue publicitario que hacen los Castellanos de sí mismos y de su familia, ostentando con vanidad lo enormemente que han sido "bendecidos" por Dios en sus riquezas materiales, pasando por alto los principios bíblicos de humildad y mesura:

Los que confían en sus bienes y de sus muchas riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá, en manera alguna, redimir al hermano ni pagar a Dios su rescate. (Salmo 49:6,7)

Nada hagáis por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. (Filipenses 2:3)

Igual sucede en todas las religiones del mundo. Sin embargo, estas personas que se sienten "incómodas", con las cosas que ven en los líderes religiosos de sus denominaciones, "sienten" que esa iglesia donde están es la iglesia verdadera de Dios y están convencidos de que "Dios se hará cargo de la situación". Casi por unanimidad, estas personas no aceptan que se hable negativamente de sus líderes alegando que si lo permiten, es como si tocaran a "la niña de los ojos de Jehová", y cosas terribles vendrán sobre ellos. Este pensamiento es más común de lo que se cree. Y es notoriamente especial en las organizaciones religiosas tipo "sectas" donde se les enseña a los seguidores a no escuchar a los disidentes ni a leer literatura que ataque a los líderes ya que éste es –aseguran- apóstata.

Como asegura un comentarista bíblico: "La verdad, es que no hace falta ser una persona espiritualmente fuerte para simplemente aceptar sin discutir lo que la iglesia particular enseña y obedecerla estricta y ciegamente. Por el contrario, sí que se requiere fortaleza de personalidad y de espíritu para debatir, investigar, probar, y entonces actuar por convicción propia, sin importar lo que diga la iglesia o cualquier otro."

Cuando el creyente sabe que algo anda mal con su modo de adoración, debe arrepentirse, debe regresar a Dios, debe tomar la decisión de cambiar de rumbo y, entonces, volver a Dios. Y la única manera de volver a Dios es, como ya vimos, mediante Cristo, mediante el estudio de su Palabra.

Como dijo Lutero, "no es prudente ni correcto obrar en contra de la conciencia propia".

Esto significa que si uno no hace caso de su conciencia, puede ser muy peligroso... Puede hasta perder su propia salvación.

"Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente". (Lucas 13:3, 5)
Jesús estaba hablando de unos hombres que murieron cuando estaban realizando un rito religioso. Mientras estaban ofreciendo sus sacrificios en el templo, estos hombres murieron ejecutados por Pilato. Su sangre se mezcló con la sangre de sus sacrificios. Pero Jesús aseguró que estos hombres no habían salvado sus almas porque no se habían arrepentido. Sus sacrificios religiosos no estaban fundados en el verdadero arrepentimiento.

Esa terrible advertencia también nos atañe hoy día. Muchos creyentes practicantes están convencidos de que sus ceremonias religiosas, sus cánticos, sus llantos, sus ayunos, sus diezmos y ofrendas podrán salvarlos, cuando lo cierto es que, si no están basados en el arrepentimiento, perecerán, irán a condenación eterna. De nada valdrá la "sinceridad" del error. Si no se han vuelto de su camino para encontrar a Jesús a través de la Biblia –solamente su Palabra- puede caber la posibilidad de que llegue la hora en que sea demasiado tarde. Hay un punto sin retorno donde el Espíritu Santo deja de actuar para arrepentimiento.

¿Es posible llegar a un punto donde no haya lugar para el arrepentimiento...?
Definitivamente sí.

El ejemplo perfecto de un hombre que, a pesar del intenso dolor y angustia, no haya encontrado arrepentimiento, fue Judas.

Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Más ellos dijeron ¿Qué nos importa a nosotros..? ¡Allá tú..! (Mateo 27:3-4)

Muchas versiones usan la palabra "arrepentido" en este pasaje. Sin embargo, la palabra griega usada en este texto, no es "metanoein", sino "metamelein", que se traduce frecuente y erróneamente como "arrepentimiento", pero que significa exactamente: "remordimiento", "angustia". Vemos que Judas sintió un intenso dolor y una enorme angustia pero no pudo cambiar de idea ni de rumbo. En cambio, tomó la decisión de ahorcarse y eso hizo. Cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar.. (Hechos 1:25). Judas no cambió de decisión ni de rumbo. No regresó a Dios.

Fíjese que ese intenso dolor y angustia de Judas no significaban que estaba arrepentido. Tampoco quiere decir que se soslayaba con la muerte de Jesús, no sintió placer por sus actos una vez cometidos. Por el contrario, -es necesario recalcarlo- sintió angustia y dolor. Pero ya no podía arrepentirse. Sus actos lo habían llevado demasiado lejos y el camino de regreso al Padre ya no existía. Sobrepasó el "punto del arrepentimiento" y el Espíritu Santo había dejado de moverlo al arrepentimiento.

Así, vemos que la idea generalizada de que arrepentirse significa sentir angustia y dolor, llorar por el pecado cometido, es totalmente errónea. Los gnósticos aseguran que Judas fue un pobre mártir que no tuvo otra opción que entregar a Jesús porque "alguien debía hacerlo" para que la Escritura se cumpliera. Nada más falso y perverso.

El ejemplo de Judas nos enseña que es posible que un hombre, por su obstinación y maldad, por empecinarse en seguir su propio camino, llegue a un lugar en donde sea imposible volver atrás; es posible que el Espíritu Santo se aleje de él y, así que la puerta del arrepentimiento se cierre para el pecador.

Otro ejemplo fue el de Esaú . Por una sola comida vendió su primogenitura:

Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. (Hebreos 12:17)

Esaú repudió las bendiciones de Dios relacionadas con la primogenitura. Posteriormente, lo lamentó e intentó recuperar la bendición, pero fue "desechado". "no hubo lugar para el arrepentimiento". No había oportunidad de cambiar lo sucedido.

Muchos creyentes hacen lo mismo hoy que lo que hicieron Esaú o los galileos asesinados por Pilato. Por complacencia carnal o por aferrarse a su religiosidad desprecian las bendiciones de Dios. Luego, cuando entienden su error, se lamentan por esas eternas bendiciones que despreciaron pero ya no es posible el arrepentimiento para ellos. De igual manera, como los galileos asesinados, también es posible que mueran sin saber que despertarán en una eternidad perdida, alejados de Dios.

El mejor ejemplo de arrepentimiento
En el relato del libro de Lucas, capítulo 15, versículos 11 al 32, nos enteramos de un hijo que le dio la espalda a su padre. Pidió su herencia y partió hacia una tierra lejana donde despilfarró todo lo que tenía viviendo en pecado. Tiempo después se encontró hambriento, vestido con harapos, viviendo en medio de los cerdos. Este hijo pródigo, entonces, "volvió en sí" y tomó la decisión de "regresar" a su padre; dijo: Me levantaré e iré a mi padre (v.18). El hijo no solamente tomó la decisión sino que, llevó a cabo esa decisión: Y levantándose vino a su padre. (V.20).

Ese es el verdadero arrepentimiento. El hombre, cuando nace en este mundo, ya ha partido lejos de su hogar y de su Padre celestial; ha nacido en pecado. Todo lo que haga de ahí en adelante es pecado, no importa si a sus propios ojos son justicias (Isaías 64:6). Es entonces cuando el Espíritu Santo lo hace darse cuenta de la terrible realidad en que vive. Todos los hombres, alejados de Dios, hemos estado viviendo entre la inmundicia de los cerdos. Igualmente, todos, por la misericordia de Dios, nos hemos dado cuenta de ello en algún momento de nuestras vidas. Pero la salvación no se gana por uno darse cuenta de su situación. La salvación se consigue solamente si uno lleva a cabo la decisión de "volver al Padre".

En denominaciones alrededor del mundo, las personas se dan cuenta de que sus iglesias y líderes están llenos de inmundicia y pecado. Piensan erróneamente que Dios cambiará la situación de tal iglesia cuando la verdad es que, como en la parábola del hijo pródigo, el Padre no cambia a los cerdos en príncipes, ni cambia la situación de la porqueriza. Uno es el que debe salir de tal situación.

Jamás será cierto lo que aseguran los líderes religiosos cuando dicen que "si Dios te puso en una iglesia, quédate en esa iglesia", culpando a Dios de la situación y aseverando que no importa dónde esté uno congregándose, si se es sincero Dios lo salvará. Parte de esto es cierto: Dios toca al creyente sincero para que se salga de ese lugar y vuelva a Dios. Pero es el creyente el que ejecuta la acción. La Biblia es clara al mencionar que sí interesa en qué religión esté uno y también urge a salirse de ella para no ser partícipe de sus pecados y su castigo:

Y oí otra voz del cielo, que decía: "¡Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados ni recibáis parte de sus plagas!, (Apocalipsis 18:4 )

"¡Huid de en medio de Babilonia¡!Poneos a salvo, para que no perezcáis a causa de su maldad!, porque es el tiempo de la venganza de Jehová: él va a darle su merecido, ¡Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad vuestra vida del ardor de la ira de Jehová! (Jeremías 51:6,45)

La decisión es solamente suya. ¿Está dispuesto a escuchar la voz de Dios o, por el contrario, desatenderá su llamado...?

Si decide simplemente sentarse a esperar a que Dios "cambie las cosas en la iglesia", tenga muy presente que el Espíritu Santo extenderá su misericordia tanto como sea posible pero que -es bíblico- llegará un momento en que sea imposible regresar a Dios.

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano (Isa 55:6)

Gracias a Dios, Él sigue llamando a sus escogidos al arrepentimiento:

Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis; (Amós 5:4 )

Nadie podrá decir que ha buscado y no ha encontrado. Nadie podrá decir que está engañado.

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. (Mat 7:7,8)



Dios los bendiga con creces


Ricardo Puentes M.
Junio 2007

4 comentarios:

  1. hola te invito a pasar por este blog de estudios biblicos

    bendiciones

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  2. Si una persona esta en ese.lamentable estado de endurecimuento
    Dios no puede obrar un milagro. ?
    Seria imposible que esa persona sevsalvara?

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  3. Si una persona esta en ese.lamentable estado de endurecimuento
    Dios no puede obrar un milagro. ?
    Seria imposible que esa persona sevsalvara?

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